En tiempos mezquinos, donde sólo se aspira a lo posible, trece presos lograron lo que parecía imposible: fugarse del Complejo Federal 1 de Ezeiza, de máxima seguridad. En su última aparición pública como director del Servicio Penitenciario Federal (SPF), luego de presentar su “renuncia indeclinable”, Víctor Hortel denunció que hubo “complicidad interna” con la fuga y desplazó de sus funciones a 19 penitenciarios. Esa es la única explicación posible para que haya ocurrido lo que ocurrió, en el marco de una dura campaña electoral donde el tema de la “seguridad” es planteado como eje central, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Por la noche, luego de anunciar que Alejandro Marambio asumirá hoy, a las 11, en lugar de Hortel, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, aunque mantuvo en reserva los nombres de los 19 “desplazados”, dijo que sólo dos de ellos tenían cargo jerárquico. Los otros 17 fueron removidos para garantizar que la investigación judicial, a cargo del juez federal de Lomas de Zamora, Carlos Ferreiro Pella, pueda realizarse sin eventuales trabas por parte de personas que estaban en servicio cuando se produjo la fuga masiva de presos. De los trece, sólo dos fueron recapturados.
La fuga se produjo pasada la una de la madrugada de ayer, del pabellón “B” del Módulo 3 del complejo penitenciario. La hora fue confirmada por Hortel, quien calificó al hecho como “cinematográfico”. Precisó que la evasión fue a través de un boquete de 40 por 22 centímetros realizado en la celda 22 del mencionado pabellón. “El boquete lo hicieron en el piso (de la celda), que es de concreto, de hormigón armado” y que tiene un espesor de no menos de treinta centímetros. No se dijo qué herramientas tuvieron los “cuatro ideólogos” de la fuga, que habrían sido los que hicieron un túnel de un metro de profundidad y cerca de tres de largo hasta superar la línea del muro del Módulo 3, también de hormigón armado, y llegar al verde césped que rodea toda la edificación del complejo.
Cada módulo tiene capacidad para 300 internos, divididos en los distintos pabellones. No se dijo cuántos presos había en el pabellón “B”. Lo que se sabe es que “otros nueve internos, al presenciar el escape de los cuatro ‘ideólogos’, dos brasileños y dos argentinos, aprovecharon la oportunidad y también se fugaron”, señaló el ministro Alak. Se presume que esos nueve “no habrían participado en el plan de fuga”. Lo curioso es que el escape se hizo a través del túnel abierto en la celda 22.
La fuga fue a la una de la madrugada de ayer. En los complejos penitenciarios inaugurados en 1999, como el de Ezeiza o el de Marcos Paz, a las diez de la noche se apagan las luces de los espacios que comparten los internos durante la jornada y cada uno debe regresar a su celda individual, que es cerrada por fuera. En consecuencia, de la celda 22 sólo se habría podido fugar un preso, su morador habitual. ¿Cómo fue que la puerta quedó abierta para que se fugaran primero dos y después once más desde una celda que es individual? ¿Cómo fue que ningún guardia advirtió el agujero en el piso y la tierra acumulada durante, al menos, dos días?
“Ustedes saben que es un complejo de máxima seguridad, por lo que esta fuga no se podría haber llevado a cabo sin complicidades internas y sin una logística y apoyo externo”, insistió Hortel luego de renunciar (ver aparte). Una vez sobre el césped, los internos que se fugaron tuvieron que sortear el alambrado perimetral que rodea al Módulo 3 y otros dos alambrados perimetrales, que son los que cierran, a su vez, a todos los módulos que tiene la cárcel de Ezeiza. Cortaron los tres alambrados, escaparon, y nadie los vio. De los 19 penitenciarios desplazados, varios son los responsables de la vigilancia externa del complejo.
Se estima que los 13 que se fugaron se arrastraron hasta llegar a los distintos cercos de alambre. El penal, al estilo de las cárceles de los Estados Unidos, tiene luces que recorren el perímetro y sensores de movimiento. Además, hay un circuito cerrado de televisión dentro de los pabellones. Se fueron los 13 y nadie los vio. Entre los removidos del cargo está el jefe del Complejo Penitenciario 1.
Hortel señaló que una vez fuera del módulo, los presos “recorrieron treinta metros hasta el primer alambrado perimetral y luego cuarenta metros más atravesando otros dos alambrados perimetrales de seguridad. En cada uno de ellos se detuvieron para abrir un hueco, cortando o abriendo los alambres”. Por lo expuesto, subrayó que “surge claramente que por lo menos corresponde sospechar de la complicidad interna del personal penitenciario. En virtud del hueco y del túnel entendemos que es un trabajo que se realiza al menos con dos días de tareas y fueron necesarias herramientas a las que los internos no acceden normalmente”.
Agregó, en ese sentido, que “los celadores no cumplieron su tarea de verificar los lugares de alojamiento”, que “los inspectores y jefes no supervisaron esa tarea” y que “el personal de requisa tampoco encontró las herramientas utilizadas”. También responsabilizó al personal a cargo de la seguridad externa y se refirió entre ellos a “los soldados que estaban apostados en dos puestos a cincuenta metros, que debieron haber visto los movimientos y no lo hicieron”.
Del mismo modo, “fallaron los soldados de guardia correspondientes al grupo especial, que debían estar apostados en los techos y no estaban cumpliendo su tarea”. Los desplazados son seis celadores, cuatro jefes de turno, cuatro inspectores de turno que cumplieron funciones durante el fin de semana, el jefe de requisa, el jefe de módulo, el director de módulo, el director de tratamiento y el prefecto a cargo del complejo.
Hortel justificó su decisión de renunciar “en forma indeclinable” por ser “el máximo responsable político de esta fuerza de seguridad y por esa razón asumo completamente mi responsabilidad por los sucesos ocurridos. Tomé las medidas necesarias para que se inicie un sumario administrativo interno y para que se deje abierto el camino para la investigación” a cargo de la Justicia Federal de Lomas de Zamora.
Fuentes de la investigación identificaron a los evadidos como Luciano Javier Campo, José Armando Durán, Martín Alejandro Espiasse Pugh, Alberto Manuel Freijo, Leonardo Antonio Salto, Thiago Ximenez, Renato Dutra Pereira, Cristian Davis Espínola Cristaldo, Claudio Marcelo Ortiz, Marcos Ezequiel Sánchez, Mario Enrique Bañera, Jonathan Páez, Luis Alberto López, dos de los cuales fueron recapturados.
El ministro Alak dijo que los “ideólogos” de la fuga fueron los brasileños Thiago Ximenez y Renato Dutra Pereira, quienes en 2007 se habían fugado de la Alcaidía de Resistencia, Chaco. Los secundaron dos argentinos, a los que no identificó. El evadido Cristian Davis Espínola Cristaldo fue condenado el año pasado a 18 años de prisión por el crimen del periodista y líder comunitario boliviano Adams Ledesma Valenzuela, ocurrido en 2010 en la Villa 31, del barrio porteño de Retiro.
Alak negó versiones en el sentido de que se haya producido, luego de la fuga, un motín. Admitió que un guardia fue herido por un preso, con una faca, “cuando intentaba desalojar un patio interno” del Pabellón “B”, para evitar posibles alteraciones del lugar del hecho. “Fue un hecho aislado, como el caso de otro preso que quemó un colchón y tuvo que ser asistido por intoxicación.” Dijo que tanto el guardia como el interno “están bien” e insistió en que esos hechos “no pueden considerarse un motín”. La desmentida de Alak se debió a versiones periodísticas que señalaron que, después de la fuga, hubo un motín con toma de rehenes.
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