«Parece que lo que determina la gravedad es adónde pega la bala y a quién le pega la bala y no la práctica policial. Hay que redefinir la policía que queremos como sociedad, porque la que nos toca, la maldita policía no va más.” Gonzalo Bugatto habla a borbotones, con el dolor pegado al timbre de su voz. Militante del Movimiento Evita que trabaja en la Dirección de Juventud del municipio de Lomas de Zamora, su hermano Lautaro de 20 años fue asesinado el sábado por una bala, de siete, que el policía David Benítez disparó en Burzaco, cuando subía a su auto en la puerta de su casa para ir a bailar con amigos. “El caso de mi hermano tuvo trascendencia porque era futbolista de Banfield. Si esto le hubiese pasado a un pibe de un barrio más humilde no hubiera llegado a tomar esta relevancia”, sentenció todavía agobiado por la conmoción familiar y el entierro de Lautaro.
–David Benítez, el policía que disparó esa noche, tiene 32 años. ¿Dónde falla la política de seguridad que un joven recién formado repite los peores vicios policiales?
–Es un pibe joven, casi contemporáneo a mí que tengo 28 años. El problema central es que no se trabaja sobre la semilla y la raíz de la problemática: la formación. Es recurrente el discurso en el que parece que lo que garantiza más seguridad es mayor control a la sociedad y la seguridad tiene que ser fundamentalmente control hacia la policía. Esto demuestra que esa matriz, ese paradigma de formación policial sigue teniendo vestigios represores de la dictadura militar argentina. Hoy por hoy, es una organización desbocada, en la que existe un libertinaje y un libre albedrío donde cualquier efectivo puede hacer lo que quiere y está formado para eso. La práctica de la policía resolviendo cualquier conflicto es la represión y no la prevención del delito. Parece que esperamos a resolverlo en la última instancia que es la detención de una persona o que un delincuente vaya muerto.
–Con un modelo nacional en el que los derechos humanos y una policía que no reprime son algunos de los principales logros, ¿por qué la provincia de Buenos Aires no se acomoda a los tiempos que corren?
–Cuando se habla de fuerza policial aparece la idea que hoy por hoy el ministro (de Seguridad bonaerense, Ricardo) Casal quiere y no es la que nosotros realmente necesitamos. Yo no quiero una policía que mate más Lautaro Bugatto. Quiero una policía que resuelva los problemas y brinde seguridad. A partir de lo que nos pasó, cualquier policía que yo vea puede sacar un arma y nos puede disparar, es una idea que tiene un anclaje en la dictadura; culturalmente cualquiera es un enemigo y esto no puede seguir así. Los policías son funcionarios del Estado y el Estado tiene que estar al servicio de lo que la sociedad necesita. La sociedad claramente hoy necesita otra cosa, la formación policial así como está en este momento se tiene que terminar.
–El asesinato de Lautaro pone sobre la mesa nuevamente el gatillo fácil que en muchos casos no llega a visibilizarse…
–El mismo día que mataron a mi hermano también hubo un caso de gatillo fácil en Mendoza, entonces pareciera que existe una autonomía en las fuerzas policiales que funcionan como una corporación indomable. El caso de mi hermano tuvo trascendencia porque era un futbolista que estaba a un mes de debutar en Primera. Si esto le hubiese pasado a un pibe de un barrio más humilde no hubiera llegado a tomar esta relevancia. Al final parece que lo que determina la gravedad es adónde pega la bala y a quién le pega la bala y no la práctica policial. Porque si la bala le pega en el pie a un pibe en esta misma situación, porque un policía asesino, criminal, saca un arma y empieza a tirar, a ese pibe lo agarran lo llevan a un hospital, le arman una causa y queda detenido, pero la práctica policial es la misma. Es una práctica aberrante, inhumana y que no genera ningún tipo de protección, solo genera asesinato y muerte. Y es algo por lo que nosotros venimos luchando y la sociedad tiene que empezar a replantearse, empezar a ejercer presión para que sobre la participación democrática decidamos todos cuál es la policía que queremos y con qué políticas la llevamos adelante para terminar con estos anclajes que lo único que hacen es hacernos retroceder.
–¿Cree que se va a hacer justicia en el caso de la muerte de su hermano?
–Queremos prisión perpetua porque esto es un asesinato a sangre fría. Porque este tipo no respondió al fuego ni es un ignorante que no sabe utilizar un arma. Le juré a Lautaro que voy a ir hasta las últimas consecuencias, y en nombre de él buscar justicia por todos los pibes que fueron víctimas como él. Hay que empezar a redefinir la policía que queremos como sociedad, porque la que nos toca, la maldita policía no va más. Tenemos que empezar a discutir una política de seguridad acorde a las necesidades sociales, que exista la participación en la elección de comisarios, en la elección de funcionarios policiales, donde la gente pueda elegir, donde exista una carrera, con funcionarios de legajo limpio y por sobre todas las cosas con formación política y social. Necesitamos funcionarios que entiendan el funcionamiento complejo de la sociedad y no solamente sobre armas, calibres y represión. Con mi hermano tenemos el reflejo de la constancia y fuerza que nos transmitió mi vieja toda la vida. Por la memoria de Lautaro, por todos los sueños que tenía y por su hija Maia de dos años.