Varón, gerente de finanzas o contabilidad, de entre 36 y 45 años, y estudios universitarios. Con alguna manía o psicopatología (pero no tan grave como para que sea inimputable) y, para peor, suele actuar con un cómplice, ya sea dentro o fuera de la compañía. Ése es el perfil aproximado de quien suele saquear las arcas de la empresa para la cual trabaja o, incluso, de la que es dueño (y quiere vaciarla). ¿Y el de un funcionario corrupto? Ésa es otra historia, a la que también apunta Raúl Saccani.

«Digamos que el político corrupto no es propiamente un ladrón, en el sentido clásico», dice. «No se suele exponer; extorsiona. Es el rey de la metáfora: nunca menciona cantidades, sólo insinúa. Nunca es directo, seguro de que el interlocutor sabrá leer entrelíneas.»

Contador y administrador de empresas, 10 años en el área de investigaciones de delitos económicos complejos de la Policía Federal y otro par de años en Londres, Saccani trabaja desde 2006 en el área de «contabilidad forense» de la consultora KPMG. Y ese adjetivo calificativo es la clave que define su trabajo. Al igual que el médico que ofrece su experticia a la justicia para dictaminar sobre un cadáver, la «contabilidad forense» se encarga de detectar indicios y desenterrar evidencias de fraudes corporativos o actos de corrupción entre privados o con funcionarios de los libros contables, los balances y las facturas de, por ejemplo, una compañía. Sea una multinacional gigantesca, como ocurrió con Skanska, o una pequeña firma local.

A veces, esos indicios se convierten en «luces rojas» que hay que saber interpretar. «El 20% de las veces que se detecta un fraude corporativo, el patrimonio y/o el nivel de gastos [del sospechado] no va acorde con sus ingresos. En el 15% de los casos, se queda en su oficina en horarios no habituales. Y en otro 15%, expresa sentimientos de revancha o quejas contra su organización», señala sobre la base de los análisis de KPMG de los últimos años.

-Entre esas «luces rojas», también aparece que en el 10% de los casos, el pirata no se tomaba sus vacaciones. ¿Por qué? ¿Porque aprovecha que el resto se va para tapar sus delitos o cometer nuevos?

-[Sonríe] ¡No! ¡Si vos te tomás vacaciones, alguien tiene que hacer tu trabajo y ahí es cuando puede detectarse el fraude! ¡Por eso es que se recomienda como práctica preventiva que todos se tomen sus vacaciones de manera obligatoria cuando deben tomárselas y, además, que se fomente la rotación en los puestos de trabajo!

Autor de un flamante Tratado de Auditoría Forense en dos tomos, Saccani ofrece una ventana a ese mundo poco conocido de las investigaciones criminales desde el sector privado. Ofrece, también, una razón formal y otra personal para su trabajo, centrado en detectar fraudes corporativos y actos de corrupción, ya sea en el sector privado o público. «La obra está pensada para ayudar a quien tenga que llevar adelante una investigación sobre delitos económicos complejos, de cuello blanco», dice. Y ésa es la respuesta formal. La otra, la que explica por qué ahonda en los sótanos de empresas, poderosos y ricos es eso: personal. «Me mueve darle la vuelta a lo que hacen mal. Resolver el acertijo. Porque -afirma- los que participan en esto, obviamente, son superinteligentes.»

¿De qué habla? ¿A quiénes alude? Saccani redactó, por ejemplo, el primer informe contable del caso Skanska. «Fue cuando la investigación comenzaba centrada sólo como un potencial delito tributario, no de coimas», aclara. También participó en cientos de allanamientos en una lista larguísima de casos, algunos escandalosos, la mayoría ignotos. Y, mientras vivía en Londres, se involucró en la pesquisa sobre la Kuwait Investment Office (KIO), más conocida alrededor del mundo por el desfalco del grupo español Torras. O dicho de otro modo: una de las quiebras fraudulentas más grandes en la historia de España. Según autoridades kuwaitíes, el robo ascendió a entre US$ 500 y US$ 1000 millones y la KIO perdió inversiones por US$ 5000 millones. «Pero fue hace tiempo. Lo lindo es ver cómo la inteligencia va buscando nuevas vías para delinquir», dice. Y lo curioso es que utilice el adjetivo calificativo «lindo» para aludir a los piratas del dinero.

«Una sociedad sin corrupción sería una utopía sin sentido. Es inherente al ser humano -señala el investigador-. El problema está en definir el nivel de tolerancia, que varía según las distintas culturas. Un ejemplo extremo es el caso del ministro de Agricultura japonés, que se suicidó cuando fue acusado de estar implicado en un escándalo de corrupción.»

El propio Saccani, sin embargo, se apura a aclarar que no quiere centrar la corrupción sólo en el ámbito público, en los funcionarios. «Hay una creencia instalada de que la corrupción gira en torno a la actividad económica de la administración pública. Pero la corrupción surge, como tal, con motivo de las relaciones fraudulentas con quienes representan los intereses económicos privados. Son las dos caras de la misma moneda. Los privados, que a veces se victimizan diciendo que se sienten obligados a pagar coimas para no perder un negocio, a su vez aprovechan la ganancia que genera. En la encuesta de fraude y corrupción en los negocios realizada en 2011 por KPMG, el 72% consideró que, en mayor o menor medida, su competencia ignora conductas éticas para lograr los objetivos de la empresa», expone.

-El punto es cómo reducir la tolerancia a la corrupción y cómo investigar con eficacia. ¿Con qué herramientas?

-Hay múltiples. Con las entrevistas, por ejemplo, que son todo un arte. Hay que saber preguntar, hay que saber observar las reacciones, el lenguaje corporal, y hay que seguir todo un procedimiento para que no se derrumbe todo cuando, por ejemplo, una empresa decida llevar el material a la Justicia. Eso es lo que pasó con Azcárate en el caso Skanska.

Saccani alude a Javier Azcárate, que pidió la nulidad de una grabación en la que detallaba los pagos de sobornos efectuados por la compañía sueca, pero que fue obtenida de manera subrepticia. La Cámara Federal le dio la razón y excluyó ese audio como medio de prueba , el 19 de mayo de 2008. Fue uno de los primeros mazazos que recibió aquella investigación. «Los mismos desafíos se replican en la recolección de otras evidencias», señala.

-Por ejemplo…

-La prueba electrónica, o como dicen los estadounidenses, el «e-discovery», con las dificultades que afronta una compañía que investiga a un empleado al parecer desleal. ¿Puede entrar la empresa a su correo electrónico? Es todo un desafío porque se mezclan los ámbitos profesional y privado de ese empleado, que quizá desde su laptop personal trabaja durante el fin de semana, pero al mismo tiempo utiliza la computadora del trabajo para organizar un partido de fútbol con sus amigos.

-La Justicia también ha trazado ciertos límites sobre eso…

-Está claro que no se puede entrar a las cuentas privadas, como Gmail o Yahoo!, pero la duda se centra en el correo corporativo. ¿Hasta dónde se puede avanzar? Por eso es que se desarrolla la llamada «búsqueda ciega», es decir, por palabras que se consideren clave. En el caso de un funcionario investigado por corrupción, por ejemplo, se puede buscar con «comisión», «arreglo», «transferencia»…

-«Retorno»…

-[Sonríe] El punto es evitar o al menos reducir los riesgos de que se caiga una investigación o una evidencia clave. Eso es lo que pasó con los mails de Jaime.

«Jaime» no es otro más que el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, protagonista central de los miles de correos recuperados de la computadora de su presunto testaferro, Manuel Vázquez. La Justicia nulificó aquella catarata de información tras concluir que no se había garantizado que el contenido de las computadoras fuera el mismo que cuando se secuestraron. «Por eso también se alude, pero ya desde una faceta más preventiva, al «data mining» -explica-. ¿Acaso el gerente y el proveedor comparten el mismo domicilio?

-Eso es algo que puede resultar increíble, pero que se repite una y otra vez en infinidad de casos. ¿Cómo es posible que verdaderos tiburones de los negocios y las coimas cometan semejantes errores?

-[Tajante] Es la impunidad del poder. Pasa en la política y pasa en las altas esferas de las empresas y los bancos. Hay un momento en que se sienten intocables y comienzan a deslizarse, a guardar información sensible en sus computadoras. ¡La cantidad de archivos Excel que hemos recuperado en allanamientos en los que se detallaba cómo se administraba lo turbio!

-Recuerdo un allanamiento en el que la secretaria que se iba le dejó a su reemplazante todo anotado en un cuaderno, incluidos los datos sobre a quién y a qué teléfono había que llamar por el dinero negro del jefe…

-[Larga una carcajada] La debilidad humana es un factor a favor del investigador. Cuanto más poder, más impune.

-El problema es que cuanto más complejo el delito, menos probabilidades de que la Justicia logre o siquiera quiera investigar. Muchos prefieren procesar a fumadores de marihuana antes que a un gran banquero lavador de fortunas.

-Por ahí pasa otro eje de este tipo de investigaciones, el análisis financiero. Hay que ver cómo se investiga y también qué información se pide a una empresa o se secuestra durante un allanamiento. Hay que ser preciso con qué te llevás. Si no, corrés el riesgo de colapsar con montañas de información que no sirve para nada o te confunde. O se pierde de vista recuperar los activos robados.

-¿Qué es eso de «la ventaja del mentiroso» a la que alude en el segundo tomo? Además de todo lo ya sabido, ¿los piratas cuentan con otra ventaja?

-[Ríe] La mentira y el engaño son parte del ser humano. Vivimos con la mentira y hasta en la naturaleza abundan los ejemplos del engaño como medio de supervivencia. ¡De hecho, la ciencia demostró que se dicen al menos tres mentiras cada diez minutos de conversación! La ventaja del mentiroso es que tenemos una predisposición a creer que nos dicen la verdad. Esto a veces pone al engaño por debajo de nuestro radar, sobre todo cuando hay un costo afectivo en juego por la pérdida de confianza.

QUIÉN ES

Nombre y apellido: Raúl Saccani
Edad: 36 años

 

  • 10 años, 2 tomos
    Contador y administrador de empresas, los dos tomos de su tratado le llevaron una década de análisis y recopilación de información. Está casado y tiene dos hijos.
  • La mentira
    En su investigación, combina casos locales con otros del exterior, tanto privados como públicos. Desde el gigante Enron hasta el caso Jaime. En todos, un rasgo en común: la mentira.

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fuente http://www.lanacion.com.ar/1537124-guia-practica-para-identificar-delincuentes-de-cuello-blanco