Creo que, por lo general, uno habla sin tener demasiado en cuenta lo que le pasa al que nos escucha; si entiende o no lo que estamos diciendo. Y muy pocas personas son las que tienen el cuidado de explicar, fundamentar, y tomarse la molestia de asegurarse de que lo que transmiten es comprendido. Y si uno tiene suerte, a lo largo de la vida le va a tocar un docente que se encuentre entre estas pocas personas como, creo, es el caso de Gustavo Bergesio, quien actualmente es el fiscal de la Cámara Penal N° 2, pero que por muchos años (en esta entrevista los cuenta) ha ejercido la docencia en diferentes ámbitos. En esta charla con quien escribe, una de sus exalumnas en la Tecnicatura en Comunicación Social, repasa su historia y cuenta su visión sobre distintos temas.
-¿Cómo se le dio por estudiar Derecho?
-Las posibilidades de estudiar Derecho eran muy fáciles en la escuela a la que fui, que es el Colegio Monserrat de Córdoba, en donde enseñan latín, griego y materias humanísticas. De ahí entrás por la otra puerta que es la Facultad de Derecho y los profesores del Monserrat son casi los mismos que los que están en la Facultad de Derecho. Eso fue después de cinco años de estudiar ingeniería electrónica.
-¿Y por qué el cambio?
-Será que me equivoqué en la primera elección…
-¿Cómo llega a Catamarca?
-En 1987 me recibí y en el ‘88 me vine a vivir a Catamarca porque la familia de mi esposa es de acá.
-Profesionalmente, ¿qué es lo primero que hizo?
-Después de matricularme en el Colegio de Abogados empecé a trabajar en la “calle” y en el estudio de algunos abogados, lo que hice durante nueve años. Después, tuve algunas asesorías en la Municipalidad de Fray Mamerto Esquiú y en el Ministerio de Educación, y en el ‘92 ingresé como delegado judicial en la Comisaría Cuarta, cuando recién se había creado la Policía Judicial y se instituía esa figura. Posteriormente, fui secretario de Fiscalía de Instrucción N° 4, Fiscal de Instrucción N° 3, Fiscal Correccional N° 1 y cuando se produjo la vacante y se fue de la Cámara Penal 2 el fiscal (Gustavo) Taranto, ingresé en ese puesto, hasta el día de la fecha.
-¿Qué es lo que más le gusta de ese rol?
-El debate, la discusión, lo interesante, ver cosas nuevas, improvisar todos los días.
-A pesar de los años que hace que se desempeña como fiscal, ¿todavía le sorprenden cosas?
– Muchas cosas me sorprenden. A veces, por ejemplo se da que las víctimas en algunos casos se arrepienten; es decir, parece que tuvieran un arrepentimiento por haber denunciado al otro cuando se encuentran con el aparato que se pone en marcha a partir de su denuncia y se asustan. Pasa en muchísimos casos; se sienten responsables ellos porque un familiar, un amigo o un vecino termina yendo a la cárcel por lo que él denunció. Y se arrepienten, en muchos casos a punto tal de cambiar sus testimonios, aún con el riesgo de caer en falso testimonio.
-¿Cómo empieza con la docencia?
-En el ‘93 empecé ejerciendo la docencia en Catamarca en la Tecnicatura en Comunicación Social, lo que hice hasta 2004, estuve desde que se inició la carrera como el primer profesor de Elementos de Derecho. Luego empecé a enseñar en la Facultad de Derecho en el ‘98 y estoy a cargo de la Cátedra Penal II desde 1999.
-¿Qué es lo que más le atrae de su rol como docente?
-Me gusta mucho dar clases, no tanto la parte administrativa de la facultad, pero sí el contacto con los chicos.
-¿Cuál es su objetivo al pararse frente a una clase?
-Principalmente, prepararlos para resolver situaciones inesperadas. Yo no pretendo que aprendan el Código Penal de memoria, sino que sepan analizarlo y estén preparados para resolver imprevistos y enfrentarse a situaciones inesperadas. Uno como docente no puede saber a qué se va a tener que enfrentar el alumno, pero trata de prepararlo para cuando le llegue algo así; lo que sucede muchas veces en la sala de debates: un cambio de declaración en medio del juicio, un testigo sorpresa, que el imputado se quiebre y el defensor lo descoloque y no sepa qué hacer… Mi intención es que sepan cómo responder ante estas situaciones.
-¿Qué hace cuando se encuentra con una clase dispersa o que tiene poco interés?
-No me tocan normalmente clases de esas, pero por lo general una anécdota, una historia acorde a lo que estoy enseñando, siempre sirve para levantar un poco el espíritu o los ánimos, o generar una sonrisa para que “vuelvan”. Pero me encuentro con alumnos con muchas ganas de aprender, son muy buenos los alumnos en Catamarca; más que lo que yo había tenido como compañeros en Córdoba. Me sorprende el nivel que tienen y lo interesados que están. A veces vienen a ver los juicios que se debaten en la Cámara y las opiniones que luego se vuelcan en clases son muy fundadas y certeras. Aunque también me ha pasado que varios de mis alumnos han sido acusados en esta Cámara y condenados, después de haberlos tenido como alumnos.
-¿En esos casos qué le pasa a usted?
-Me siento más responsable aún; siento que ellos esperan más de mí y presto especial atención en que aprendan y que lo que les pasó les sirva y que recapaciten. Aunque también me ha tocado sentirme muy orgulloso cuando un alumno aparece en la sala de debates y se enfrenta a mí como abogado defensor. En esos casos también me siento muy responsable.
-¿Con sus alumnos periodistas?
-Conozco muchos que están desempeñando sus tareas y me encanta verlos y por supuesto, cuando vienen a cubrir los juicios en la sala de debates.
-¿Qué es lo mejor que tiene Catamarca para usted y su profesión?
-Es una urbe tranquila, al lado de ciudades más grandes en las que me ha tocado vivir. He vivido en Buenos Aires, Río Cuarto y Córdoba y al volver hoy a esas ciudades, hasta me siento nervioso y me parece que acá la vida es mucho más tranquila, en Catamarca me siento mucho mejor. Además, acá se litiga tranquilo. Existen códigos entre los letrados y hay buena fe; al menos es lo que percibo.
-Si tuviera que elegir otra carrera y empezar de nuevo, ¿qué haría?
-Ingeniería electrónica, me gustaría terminarla. Soy un geek. Si bien no me pude recibir, estoy al tanto de todos los adelantos de la tecnología, la computación, armo y desarmo. Hoy lo tengo como un hobbie, además de la fotografía.
-Si tuviera que dejar de ejercer su profesión, ¿qué extrañaría?
-Extrañaría venir a la Cámara y el debate. La tensión del juicio; es algo que no me aburre para nada.
-¿Hay algún papel que no ejercería dentro de las leyes?
-He sido defensor y juez, soy fiscal. No me digo como muchos abogados “nunca defendería a un violador o a un asesino”. Yo sí. Todos son interesantes. Hasta en esos casos hay posibilidades de hacer cosas: que se le dé la condena correcta, ni más ni menos de lo que se merece. No creo que haya un caso tabú.
-¿La gente cree en la Justicia?
-Creo que, por lo que percibo en la Cámara, la gente todavía tiene confianza en la Justicia, aún respeta, más allá de que esto se contrapone con lo que sale en los diarios y las encuestas, que dicen que es uno de los poderes que está desprestigiado. Todavía se nos respeta.
fuente http://www.elesquiu.com/notas/2012/11/10/entrevistas-261029.asp