“Hay otros que están injustamente en la cárcel y no han tenido la suerte de que se filmen películas sobre sus casos”, advirtió Fernando Carrera, el hombre que estuvo siete años preso por la “masacre de Pompeya” hasta que, ayer, un fallo de la Corte Suprema le devolvió la libertad. La película es The Rati Horror Show, de Enrique Piñeyro, que incluso formó parte del recurso extraordinario ante la Corte Suprema. “Si no se hubiera filmado la película, creo que no se habría hecho justicia”, observó ayer Carrera, quien estimó que “el principio del fin de mi detención” fue la decisión de Nilda Garré, ministra de Seguridad, que en febrero ordenó reabrir la investigación sobre los policías acusados de haber armado la causa. Piñeyro advirtió que “todos somos prevíctimas y podemos llegar a estar en la situación de Carrera”. Nora Cortiñas –que acompañó la lucha por la libertad de Carrera– destacó que “su liberación muestra el valor de su esposa y sus hijos, que creyeron en él”.
Carrera empezó la conferencia de prensa, en la sede de la productora de Piñeyro, pidiendo disculpas: “Pido disculpas a los que me esperaron en la puerta de la cárcel, pero huí despavorido, me quería ir de allí”.
El liberado recordó, siempre recordará, que el 25 de enero de 2005 “había dejado a mis hijos en la casa de la abuela y crucé por Puente Alsina. Me había parado en un semáforo cuando apareció un 504 negro (móvil policial sin identificación) con una persona que disparaba por la ventanilla. Desperté en la ambulancia, donde mi primer recuerdo es que un bombero de la Policía Federal me pegaba en la cabeza”.
Carrera recibió ocho balazos sólo por tener un auto blanco, el mismo color del que tripulaban los hombres que, por haber cometido un asalto, buscaba la policía. Su reacción ante el ataque fue escapar en su auto; en esa huida, ya baleado, atropelló a cinco personas que cruzaban la avenida Sáenz, de las que murieron tres, en lo que se llamó “la masacre de Pompeya”. Los policías no suponían que Carrera podría sobrevivir con tantos balazos. Cuando sobrevivió, “sobre la marcha armaron la causa”, recordó ayer Carrera. Ese armado fue suficiente para un fallo en su contra de un tribunal oral, ratificado por la Cámara de Casación.
En la cárcel, ciertamente “yo trataba de mantenerme en actividad, estudiar, trabajar, para darle vida a un tiempo muerto”.
Las cosas empezaron a cambiar cuando el cineasta Enrique Piñeyro se interesó. “Mi primer contacto –recordó Piñeyro– fue por el programa de radio de Nelson Castro: cuando escuché a la jueza, me asusté; tenía un nivel intelectual pobre, dificultades argumentales. Me di cuenta de que todos somos prevíctimas: todos podemos llegar a la situación de Carrera. Otro milagro fue que todos los partidos políticos pidieron por él.”
Carrera comentó que “en la cárcel hay mucha gente en la misma situación, pero que no tiene posibilidad de que le hagan una película. Tampoco yo la tenía. Tuve la suerte de que se interesaran por mí”.
Federico Ravina, abogado de Carrera, recordó que “ante la Corte Suprema presentamos un recurso extraordinario audiovisual: la película de Piñeyro. Y durante más de ocho meses insistimos en el Ministerio de Justicia para mostrar cómo los policías que habían armado la causa estaban impunes y los ascendían. Cuando la ministra Garré ordenó sumariarlos, fue el principio del fin de la detención. Carrera inició una huelga de hambre. Ahora está muy flaco, ustedes lo ven, pero, afortunadamente, sano”. El abogado exigió “que continúe la investigación sobre los policías que armaron esta causa: hubo tres víctimas fatales y buscamos la misma justicia para ellos”.
También en la reunión, Nora Cortiñas –de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora– señaló que “la libertad de Fernando es una muestra del valor de su esposa y sus hijos, que creyeron en él y lo acompañaron”.
Carrera destacó que “las madres nos acompañaron desde el principio”. En cuanto a sus proyectos, “por ahora lo único que quiero es estar con mi familia, con mis hijos”, un varón de 17 y una chica de 9, que pasaron gran parte de su infancia con el papá preso: “Hoy, cuando llegué desde la cárcel, mi hija estuvo dos horas conmigo, llorando”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-195834-2012-06-07.html