Amadou Janneh, activista social y ex ministro de Información, fue declarado culpable de traición y condenado a cadena perpetua en enero de 2012 por imprimir y distribuir camisetas de la ONG “Coalición por el Cambio – Gambia (CGG)” en las que se pedía el fin de la “dictadura” en el país. Mientras estaba en la cárcel, conoció a muchas personas condenadas a muerte, entre ellas las nueve que fueron ejecutadas en agosto de 2012, en las primeras ejecuciones que se llevaban a cabo en Gambia en más de tres decenios.
Amadou compartió su historia con Amnistía Internacional, desde su nuevo hogar en Estados Unidos:
En junio de 2011 me detuvieron, me sometieron a un largo juicio y me declararon culpable de traición y sedición sólo por haber imprimido 100 camisetas con mensajes que decían “Fin de la dictadura ya” y “Libertad”. Me condenaron a cadena perpetua y me llevaron al ala de seguridad de la Prisión Central de Mile 2, cerca de la capital de Gambia, Banjul, donde están encarcelados los reclusos condenados a muerte.
Al principio pensé que sólo era una manera de intimidarme. Pensé que cumplirían con las formalidades y después me pondrían en libertad. El juez dijo que la pena de muerte habría sido la condena apropiada pero que [no podía condenarme a muerte porque] tenía las manos atadas en virtud de las nuevas disposiciones constitucionales. Fue todo muy traumático. No perdí la esperanza porque desde el primer día que estuve detenido se organizaron protestas.
Me recluyeron con presos condenados a muerte. Teníamos una celda para cada uno. Medía 1 por 1,5 metros y la ventilación era muy escasa.
A mediados de agosto de 2012, el presidente de Gambia anunció que iba a ejecutar a todos los condenados a muerte. Todos sentimos una gran inquietud. Decidí recopilar los nombres de todos los condenados a muerte. Había 48 personas, entre ellas una mujer, dos ciudadanos de Senegal, dos de Malí y una persona de Guinea-Bissau. Reuní la información y la remití sin pérdida de tiempo, y CGG publicó la lista íntegra de nombres y nacionalidades.
Se inició una oleada de actividad y nos sentíamos optimistas, pero a las 9.00 de la noche del 23 de agosto, jueves, un gran número de efectivos de seguridad entraron en el patio de la prisión y sacaron a ocho hombres y una mujer y los ejecutaron sin más.
Nadie supo cómo los seleccionaron entre los 48. No hubo notificación previa. No tenían ni idea de que los iban a ejecutar. Mientras se los llevaban, uno de ellos gritó mi nombre y dijo: “Amadou, me van a ejecutar esta noche”.
Después se hizo el silencio.
A partir de entonces, cada noche un contingente de seguridad entraba y hacía mucho ruido, decían que ejecutarían a algunas personas más y después se marchaban. Aquello era una tortura.
Después de las ejecuciones, el gobierno negó durante cuatro días que hubiera ocurrido nada.
Los familiares no han visto todavía los cuerpos. Las autoridades no han facilitado información salvo admitir que fueron ejecutados.
Con todo lo que he visto en Gambia, estoy más decidido si cabe a proseguir con mi labor.
http://www.amnesty.org/es/news/gambia-vida-corredor-muerte-no-conocian-propia-ejecucion-2013-04-18