Poner piedras en el camino, embarrar la cancha, vender humo. Tipología de frases comunes del lenguaje popular aplicables, entre otros, a personalidades destacadas de la Justicia penal argentina y a algunos periodistas y conductores que, ante casos de gran magnitud mediática como el asesinato de la joven Ángeles Rawson, conforman una dupla redituable más allá de lo que va resolviendo la Justicia. Entonces, lo que no se investigó, lo que se hizo bien o mal o si se cumplió con la cadena de custodia del ADN es materia de análisis y de discusión. Del manejo de las “fuentes” de la causa y de los artilugios jurídicos se genera el barro para que lo que está siendo investigado sea puesto en duda.
“En esta causa no hay acto de defensa. Miguel Ángel Pierri no es el que firma como abogado de Mangeri. Habría que saber bien por qué. Han largado un montón de mentiras como la del perfil genético de otras personas que lo habían encontrado sus peritos, cuando para hacer una pericia hay que tener un pedazo de uña de la chica. Pierri declara para la tribuna”, arremete el abogado penalista Marcelo Fernández. “Toda causa pública les pone presión al juez y al fiscal. Aceleran tiempos y decisiones. Que Pierri haya apelado el procesamiento porque contiene ‘errores procesales de la investigación’ es vender humo, estira los días para conseguir más minutos de propaganda en televisión. ¿Cómo va a hacer una defensa seria si está todo el día en televisión? Esto va en perjuicio del defendido”.
Para el profesor de derecho penal y criminología de la UBA Mariano Ciafardini, “se ha ido en muchos casos alterando la función de la defensa, un derecho de todo imputado. Pero si bien el abogado defensor no va a hacer nada que aumente la sospecha de su defendido, eso no quiere decir que sean legítimas las manipulaciones y demás estrategias que utilizan. Todas esas son ‘chicanas’. Lo que no está bien es sembrar dudas sobre el proceder de la Justicia, de la policía, el juez y el fiscal, sin pruebas. Si las tiene, debe hacer la denuncia y no decirlo a la prensa; si no, estás ensuciando un procedimiento”, opina Ciafardini. Similar es la mirada del criminólogo Raúl Torre: “Hay veces en las que el abogado defensor hace bien su trabajo y otras que son chicanas: el abogado chicanero y el que hace derecho de defensa y juicio. La capacidad de controlar las pericias que se lleven a cabo no es chicana. Chicana es cuando esos mecanismos de control no están hechos para arrojar luz al proceso sino que tienen intención de entorpecerlo o demorarlo”. En cuanto al tratamiento mediático, Torre dice que “la sociedad no tiene interés periodístico: tiene voracidad en el consumo de casos policiales. En el caso Nora Dalmasso inventaron tantas relaciones extramatrimoniales que hasta se vendieron remeras con la frase ‘Yo no estuve con Norita’ cuando para la Justicia tuvo una sola relación pública y notoria y se estaba divorciando de su marido. Primero se elige el culpable y después se buscan las pruebas. En el caso Ángeles se eligió al sospechoso más adecuado que era el padrastro, sin una sola prueba”, agregó Torre.
“Vamos a inventar una historia hoy y acá, y usted se la va a acordar. Esa es la verdad a partir de ahora”, le dice Guillermo Graziani (Julio Chávez) a un cliente durante la preparación de un juicio por estafa, que luego gana gracias a manipulaciones de las pruebas. Graziani es uno de los socios de un estudio de abogados penalistas que trabaja al límite de la ley en Farsantes, la nueva tira de Canal 13.
¿Qué se dijo ante otros casos de asesinatos resonantes? ¿Qué se dice una vez que las horas pasan, la Justicia investiga y el caso camina a resolverse sin morbo ni argumentos amarillistas? Marina Harvey, madre de Lucila Frend, absuelta por la Justicia luego de estar imputada por el asesinato de Solange Grabenheimer en 2007, guarda numerosas experiencias de lo que debió atravesar junto a su familia mientras el “crimen de las amigas” gatillaba rating en la pantalla de TV. “Ante casos como el de Ángeles, creo que el problema no pasa tanto por los medios de comunicación sino por las ‘fuentes’ que se utilizan. Si las agencias de noticias levantan información de la fiscalía, y si el acusador está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de tener más cartas en su manga para culparte, va y lo hace. En el caso de mi hija se habló de lesbianismo, algo que salió de un perito contratado por la familia que seguramente fue sugerido por el fiscal querellante. Sin embargo, la pericia oficial psicológica y psiquiátrica sostuvo todo lo contrario. Hay intereses y testigos truchos que se meten en el medio para entorpecer la investigación”, esgrime Harvey. “Inventan. El reality ya se inició y la gente se hace unas historias absolutas. El problema es qué se hace con el daño generado. Los peritos, por más prestigiosos que sean, cuando hay plata sobre la mesa escriben lo que tengan que escribir. El criminólogo Mariano Castex en su pericia comparó a Lucila con una asesina serial rusa sólo porque ella no quiso verle la cara a Solange una vez muerta, y todos salieron a reproducir barbaridades como esa. Después, el prestigioso criminalista no se presentó en el juicio. Hasta se disculpó con los abogados de mi hija –recuerda Harvey–. Se va tejiendo una trama que puede no ser la real. Al hijo de Nora Dalmasso lo culparon de matar a su madre: ¿quién le quita al chico el bombazo que tuvo que soportar de los medios?”. Ciafardini agrega: “En el caso de Ángeles, el proceso está embarrado a nivel mediático pero no a nivel judicial. Hay un déficit informacional brutal, mucha infantilización de la noticia que no amerita tantas horas de cobertura sin hablar de avances en la causa”.
El abogado Mariano Cúneo Libarona disfrutó del impacto público durante el “caso Coppola”. Cuando el manager fue preso por narcotráfico, Cúneo Libarona mediatizó la causa a niveles nunca vistos en los programas de Mauro Viale. Tiempo después terminó preso en una derivación de la causa AMIA, imputado como partícipe de extorsión contra el juez Juan José Galeano.
Otro abogado célebre, comentarista de lo que va aconteciendo en casos mediáticos que él mismo patrocina, es el pomposo Fernando Burlando. En el 2011 patrocinó a los familiares de dos de las víctimas del cuádruple crimen de mujeres en La Plata. Pidió reiteradas veces la condena a Osvaldo “el karateca” Martínez y cuando lo liberaron apareció en todos los medios advirtiendo que pediría la nulidad de la resolución que le otorgaba la libertad a Martínez ya que “sobran pruebas contundentes”. Luego de seis meses de prisión –consecuencia, entre otras cosas, del lobby feroz de Burlando–, la Justicia determinó su inocencia.
“Todas las causas se pueden embarrar. Si todo se apunta a lo procesal –‘esto fue mal hecho, es nulo’– es porque no hay mucha defensa de fondo”, explica el abogado penalista Marcelo Riguera, defensor de John Hurtig en la causa por el asesinato de María Marta García Belsunce. “Yo no sé si los abogados piensan que Mauro Viale o cualquier otro periodista es juez o puede tener incidencia en la causa. Lo máximo llegó cuando se conoció que había ADN del portero en las uñas de Ángeles, y Pierri dijo: ‘Voy a tener una larga conversación para que me diga si es culpable o no. Y si es así, renuncio’. Es ridículo: se hace un reality show de la relación de un abogado defensor y su defendido”, dice el letrado. Su paso por una de las causas de asesinato más enigmáticas del policial argentino fue un padecimiento: “Me costaba evitar que mi cliente hablara con los medios. Él mismo embarraba la cancha. Le expliqué mil veces que no había que convencer a los transeúntes sino al tribunal. Resultó difícil que sea independiente. Quería estar siempre en los medios y eso es contraproducente. ¡Quiso ir a lo de Susana! Para mí era inconcebible que fuera. No sólo terminó yendo sino que ella le preguntó si la habían matado con una pistola calibre 22 y él gritó ‘noooo, con una 22 larga…’, y empezó a dar todas las características del arma que ni siquiera estaba en la causa. No renuncié para no tener que explicarlo. Los medios te hacen estragos”, cierra Riguera.
El asesinato de Ángela Beatriz Argañaraz, ocurrido en 2006 y por el que resultaron condenadas a veinte años de prisión las monjas Nélida Fernández y Susana Acosta, fue otro caso que conmovió a la opinión pública. La fiscal tucumana Adriana Giannoni, que intervino en el hecho, opina que “los medios de prensa realizan conjeturas a través de personas que desconocen las hipótesis que se manejan desde la fiscalía. También hay que entender que los fiscales no son de piedra y en cierta manera pueden sentirse influidos a medida que se va formando en el imaginario popular una historia irreal”. Respecto del tratamiento de los medios en el caso Rawson, Giannoni agregó que “cada periodista incorpora su morbo a la información. Habría que poner un límite a las personas que desconocen la matriz que se investiga, la cual es secreta. Los medios entorpecen totalmente la investigación. Si bien ya existe en algunas provincias, todos los poderes judiciales del país deberían tener un comunicador oficial para que la información salga solamente por ese carril. Eso impediría conjeturas y que cada uno diga lo que se le da la gana”
Informe: Deborah Maniowicz
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En la mira
Toda la cadena cuestionada por poner trabas en la investigación:
Abogados. Está el que hace derecho de defensa y el chicanero. Controlar las pericias en una investigación es parte de sus prerrogativas. La chicana es cuando lo hacen con la intención de entorpecer el proceso.
Fiscales. Aunque el artículo 156 del Código Penal porteño les prohíbe revelar detalles de la causa, muchas veces son los primeros en pasar información a los periodistas para inclinar la pesquisa según su conveniencia.
Peritos. Al estar involucradas grandes sumas de dinero que pueden determinar la culpabilidad o inocencia de un acusado, hasta los más prestigiosos peritos de parte pueden tentarse con poner por escrito conclusiones que luego no pueden sostener.
Periodistas. Cuando un caso estalla en la opinión pública, no dudan a la hora de consultar a testigos y familiares de dudosa credibilidad sin tener en cuenta lo que esto genera en las víctimas.