Según estudio, ahora buscan estatus y reconocimiento en bandas de delincuentes.
Un reciente estudio realizado por el centro de pensamiento Corpovisionarios reveló que los jóvenes bogotanos ya no solo delinquen por problemas de orden económico sino que lo hacen para ganar estatus, reconocimiento o simplemente como una forma de tener el respeto de sus novias o parejas.
La investigación, que cruzó cifras arrojadas en encuestas realizadas en Medellín, Belo Horizonte (Brasil) México D.F. (México), Quito (Ecuador), La Paz (Bolivia) y Caracas (Venezuela), también sacó a la luz como la proporción de hombres jóvenes en América Latina, entre 16 y 25 años, que cometen homicidios, es mucho mayor que la de los adultos y, en general, que la tasa de homicidios en otros lugares del mundo. La tesis de los investigadores es que la construcción de masculinidades podría incidir en el fenómeno.
Mientras que la tasa de homicidios en Europa en jóvenes es de 1,2 por cada 100.000 y de no jóvenes de 1,3 por cada 100.000, en América latina la tasa de homicidios de jóvenes es de 37 por 100.000 y de no jóvenes de 16 por 100.000.
“Si se analiza, la diferencia es de 20 puntos y si se coge solo hombres jóvenes, la tasa puede llegar al 50 por ciento”, explicó Henry Murraín, director de Corpovisionarios.
Murraín piensa que en Bogotá, al igual que en otras ciudades del país, persiste la idea del ‘macho latino’ que no distingue edades ni estratos y se ve reflejado en escenarios como el hogar o las mismas calles.
En la capital, por ejemplo, más de una tercera parte de todos los homicidios se producen en riñas. “Según la encuesta que vamos a sacar en un mes, más de un tercio de la población en la ciudad ha presenciado riñas en su barrio, sobre todo, de jóvenes”, explicó Murraín.
“Empecé a delinquir a los 14 años porque sentía adrenalina y me gustaba: junto con mi pareja, hacer parte de una banda de atracadores. Robaba a la gente, las casas, lo que fuera”, contó Nicole, una joven de 21 años y residente en Kennedy, que es el retrato de como la juventud ve en el delito una forma de vida.
Algo parecido sucede con muchachos del barrio El Codito, en Usaquén, que a pesar de estar estudiando, se dedican a robar celulares como requisito para pertenecer a una banda.
En el caso de las lesiones personales, de los más de 40.000 casos que se pueden presentar al año, el 51 por ciento de las víctimas son jóvenes y de esos el 67 por ciento son hombres. A esto, se le suman las cifras de violencia intrafamiliar. “En Colombia las mujeres le deben tener más miedo a su pareja que a paramilitares o guerrilleros. La principal causa de sus muertes es propinada por sus parejas”, señaló Murraín.
Solo en 2012, más de 16.000 mujeres en Bogotá denunciaron haber sido víctimas de violencia intrafamiliar en las Comisarías de Familia. Muchas de ellas recibieron golpizas de hombres jóvenes celosos.
El análisis de Corpovisionarios sugiere que la necesidad de ser alguien, de tener algún grado de reconocimiento o de experimentar ‘adrenalina’ es un asunto que, ligado con la noción del ‘macho’, sigue llevando a los jóvenes a cometer delitos que van desde el atraco hasta el homicidio. “Incluso, las mujeres prefieren que su pareja sea un hombre rudo con reconocimiento en una banda”, afirmó Murraín.
Esta percepción de la masculinidad tampoco discrimina estratos. “He sabido de colegios de altísima matrícula en donde jóvenes que tienen su vida resuelta se reúnen a pelear con armas”, aseguró el investigador.
Entre las ciudades estudiadas, un 74 por ciento de los jóvenes justifica usar la violencia principalmente en defensa propia; un 44 por ciento para ayudar a la familia y un 41 por ciento lo hace para defender propiedades o bienes.
Pero así como son victimarios también son las víctimas. Según la encuesta, el 45 por ciento de los jóvenes entre los 15 y 25 años reportaron haber sido víctima de algún delito en la ciudad, ocho puntos por encima del resto de la población.
Prevención es clave
Restricción a menores solo funciona a corto plazo
Para Corpovisionarios una de las soluciones para bajar la criminalidad en los jóvenes es el diseño de políticas públicas para la prevención de la violencia. Según el centro, medidas represivas como la restricción a la venta de licores o el toque de queda a menores de edad pueden funcionar, pero a corto plazo. Estimular la práctica del deporte, también es vital.