Claudia Montero es una madre desesperada. Suelta las palabras a borbotones, repite frases para fijar ideas y mueve el bastón que la ayuda a caminar para dibujar la impotencia en el aire. En el living del departamento del tercer piso del edificio de Tres Arroyos al 2700, en Santa Rita, la mujer recibió a Tiempo Argentino para contar cómo sigue la vida luego de la odisea que sufrió su hijo Facundo Reyes, quien el 26 de enero fue baleado en un brazo por un agente de la Policía Federal que lo persiguió junto a otros 34 efectivos porque había evadido un control vehicular en su moto. Luego del incidente, el joven de 20 años pasó diez días preso en el penal de Marcos Paz, acusado de tentativa de homicidio y resistencia a la autoridad. Durante su estadía en la cárcel fue golpeado por otros internos, que le robaron sus pertenencias, le provocaron heridas en la cabeza y le tajearon un brazo. Días atrás, la jueza porteña Mónica Berdión de Crudo dictó la falta de mérito y además ordenó peritar las armas reglamentarias de los policías. Pero la pesadilla para Facundo aún no terminó: ahora no puede dormir de noche y no quiere salir a la calle por temor a cruzarse con un policía. Sólo el valor de su madre lo mantiene tranquilo.
–¿Qué pasó ese día?
–Facundo venía de entrenar en el Parque Centenario con un amigo y sólo evitó un control vehicular. El que manejaba la moto era el otro chico y los persiguieron 35 policías, que les dispararon como si fueran delincuentes. Cuando llegaron, mi hijo subió al departamento y me dijo lo que había pasado. Entonces agarré los papeles de la moto y bajé para mostrárselos a los policías. Pero no me dejaron, me tiraron al piso y entraron a casa a las patadas. Mi hijo se asustó y huyó por el balcón.
–¿Cómo siguió la secuencia?
–Facundo trepó al balcón del vecino y se fue por una terraza. Uno de los policías –de apellido López, de la Comisaría 50, hoy desafectado del servicio– lo enfrentó. Mi hijo le rogó que no lo matara pero el agente le disparó igual. Gracias a Dios le pegó en el brazo y no en la cabeza. Los otros policías también dispararon; Gendarmería (a cargo de las pericias) encontró diez vainas, que ahora serán peritadas junto a las pistolas reglamentarias. Jamás en mi vida había vivido algo así. A la ministra de Seguridad Nilda Garré, le dije: “Fue una cacería; venían a matarlo, estaban locos.”
–¿Qué espera ahora?
–Quiero justicia, voy a seguir hasta las últimas consecuencias. Que se periten las armas y que metan presos a los policías que dispararon por tentativa de homicidio. López quiso matar a mi hijo. A pesar de todo tuve suerte porque lo podrían haber asesinado.
–¿Cómo está Facundo?
–Quedó mal. Fue muy fuerte lo que le pasó: lo siguieron, lo balearon, lo metieron preso, lo cagaron a trompadas. Ahora está con tratamiento psicológico y psiquiátrico. Mi hijo no puede dormir, teme que los policías vuelvan a buscarlo. No quiere salir y no puede trabajar. Él me ayudaba para pagar el alquiler y ahora pide limosnas a los amigos. Es un pibe de 20 años que tiene hasta miedo de ir a la facultad.
–¿Tienen miedo?
–Obvio que tenemos miedo. No quiero que mi hijo salga y le pase cualquier cosa.
–¿Cómo se siente como ciudadana frente a los abusos que sufrió por parte de la policía?
–Muy mal. Hoy fue mi hijo pero mañana puede ser cualquier otro chico. No voy a parar hasta no ver a todos esos policías detenidos; como madre no puedo permitir que hayan intentado asesinar a mi hijo. Facundo estaba trabajando y me ayudaba a mí, que soy discapacitada, para poder comer. Esto fue injusto. Nos arruinaron la vida. ¿Qué policías tenemos? ¿Primero tiran y después preguntan? Estas cosas no pueden pasar más.<
El dato
Faltante. Según la mujer, durante el allanamiento realizado en su departamento, algún policía se llevó 1000 pesos que guardaba en un cajón de su habitación.
Fuente: http://tiempo.infonews.com/2012/02/20/policiales-68087-mi-hijo-no-puede-dormir-teme–que-los-policias-vuelvan-a-buscarlo.php