El instituto de la prisión se ha consagrado, desde su aparición, como un ícono del castigo de la modernidad, y hasta podría decirse que, sin importar cuál sea la teoría de la pena que se adopte (preventiva, retributiva, resocializadora, etc.), el encierro como máximo castigo (dejando de lado a aquellas legislaciones que aún hoy en día aplican la pena de muerte) es siempre la respuesta ante los delitos “graves”. Durante mucho tiempo se han aplicado las penas de encierro, ya sea de prisión o reclusión, perpetua o temporal, casi irreflexivamente, sin detenerse a evaluar si la cárcel estaba efectivamente cumpliendo las funciones que, se supone, debía cumplir.
En los últimos años el estudio sobre la ejecución de las condenas y la utilidad de la prisión ha ido creciendo exponencialmente, e incluso me atrevería a decir que ha quedado demostrado que la prisión ya no puede ser considerada “útil”. Entender al encierro como un mero castigo por la acción realizada carece, en realidad, de sentido. Si se encierra a quienes cometen delitos porque el discurso dominante considera que no pueden (o no deben) continuar viviendo en sociedad y que deben comportarse de otra forma para vivir en ella, la prisión como la conocemos se tornaría algo totalmente absurdo. ¿Cómo pretender que un condenado pueda reinsertarse en una sociedad si es la misma sociedad la que lo margina? ¿Cómo “resocializarse” (si es que creemos que la pena de prisión resocializa) apartándose de la vida en comunidad?
Es para responder a estos interrogantes que en los últimos tiempos ha habido en el mundo y, particularmente, en América Latina, un extenso desarrollo de lo que se denomina “Modelo Penitenciario Alternativo”. Esto es, una reestructuración del sistema carcelario para intentar que éste tenga, por fin, alguna utilidad, tanto para quienes deben atravesar el sistema penitenciario desde adentro como para el resto de la sociedad.
Mucho se ha hablado de las teorías abolicionistas de la pena, y suena verdaderamente ideal pensar en un mundo en el que no sea necesario que los hombres tomen la decisión de encerrar a sus pares, y que esa sea una decisión válida, pero es innegable que no estamos (por lo menos no todavía) preparados como sociedad para aceptar que el castigo paradigmático deje de ser el encierro. Es por eso que, paulatinamente, antes de poder plantearnos si existe una alternativa a la prisión, es necesario empezar por dejar de hacer que la cárcel sea un lugar de absoluta oscuridad, que esconde torturas y tratos inhumanos, para pasar a hacer de ella un lugar de aprendizaje que permita nuevos comienzos, y no una “cárcel depósito” a donde se coloca a aquéllas personas que el común de la gente no desea ver circulando en sus calles.
Dejando de lado la discusión extensa (y no por eso menos interesante y necesaria) respecto de la criminalización de ciertos sectores de la sociedad y de ciertos delitos en desmedro de otros, para dar lugar (por fin) a la enorme reforma que necesita el sistema penal, entiendo que deberíamos comenzar por dejar de hacer de las cárceles meros “contenedores” que no producen más que marginalización y que son focos de violencia ya que al parecer muchos de los operadores del sistema penitenciario olvidan que los privados de libertad son sujetos de derecho, al punto tal que hasta quienes están presos olvidan los derechos que son inherentes a su condición de seres humanos.
Es esto lo que el Modelo Penitenciario Alternativo viene a proponer. En latinoamérica y, particularmente, en Argentina, la Asociación Pensamiento Penal ha hecho un extenso y muy productivo trabajo de difusión acerca de estas alternativas al modelo carcelario clásico que ya resulta retrógrado y, a todas luces, incompatible con los estándares internacionales de derechos humanos. Para ello, se ha tomado como modelo a un instituto carcelario realmente innovador, que aparece como un verdadero ejemplo de cambio y de compromiso con el modelo penitenciario alternativo: el Complejo Punta de Rieles, en las afueras de Montevideo, Uruguay que ha aparecido, en la lucha por la implementación de un nuevo sistema penitenciario, como una luz al final del túnel.
“Se imagina usted una cárcel sin guardias armados, donde no haya diferencias entre los directivos y los internos, en donde los detenidos tengan celulares, conexión a internet, sus propios emprendimientos y hasta un banco para financiar proyectos productivos dirigidos por los mismos reclusos? Cuesta imaginarlo pero existe”. Así presentó Mario Alberto Juliano, el director ejecutivo de APP al “Centro de Rehabilitación Punta de Rieles” (ya que no lo denominan “cárcel) el 19 de octubre de 2015 en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados de la Nación. Esta descripción, tan gráfica como emotiva, parece la materialización del llamado Modelo Penitenciario Alternativo, tantas veces discutido y que tantas veces pareció utópico y que, en realidad (al fin!) no lo es. Cuenta Juliano que al preguntarle a quien era el director del establecimiento cuando visitó por primera vez punta de rieles cómo se manejaban los internos y los directivos allí dentro éste le contestó “‘acá no hay jefes, ni delegados ni nada. Todos somos iguales” y es eso, precisamente, lo que debemos construir como sociedad: la igualdad. Tanto dentro como fuera de los establecimientos penitenciarios, porque sólo fomentando la igualdad aún en contextos que tradicionalmente resaltan las diferencias (como habitualmente sucede en el encierro) es que construiremos una sociedad más justa basada en el respeto por el otro.
La presentación del MPA en general y, en particular, del Centro de Rehabilitación de Punta de Rieles ha tenido numerosas repercusiones a nivel nacional (pueden verse en los links que adjunto a continuación) y han llevado al debate y a la reflexión respecto de la posibilidad real de llevar a la práctica todas aquellas teorías de la pena alternativa, demostrando que es posible darle otro sentido a la prisión, sin que implique encierro absoluto sino, por el contrario, manteniendo a los reclusos en constante contacto con el mundo que los rodea, incentivándolos a desarrollar proyectos y a llevar a cabo actividades que los permitan realizarse como personas ya que, al fin y al cabo, esa es la única forma posible de reinserción.
MODELO PENITENCIARIO ALTERNATIVO EN ARGENTINA Y EL MUNDO:
trabajosocialpenitenciario.blogspot.com.ar
REPERCUSIONES DE LA PRESENTACIÓN DE APP:
PUNTA DE RIELES: