“Sin dudas que la seguridad mejoró en la Ciudad de Buenos Aires. Claramente han disminuido los delitos. Bajaron los homicidios, bajaron fuertemente los robos de automotores, tenemos algunos datos que nos llaman la atención acerca de que no bajaron las salideras bancarias, pese a que percibimos que sí bajaron; y tenemos problemas en algunas zonas con los robos a viviendas o a personas que están por entrar en viviendas y con los robos de mercaderías en tránsito (ver aparte). Pero no dudo de que avanzamos en los objetivos que nos trazamos y, sobre todo en el principal: retomar el control político de las fuerzas de seguridad, que tenía grados de autonomía peligrosos. Eso nos permitió redistribuir las fuerzas y tener presencia en las zonas más conflictivas, mejorar la capacitación, profesionalizar, modernizar las tecnologías, en especial de la Policía Federal y, en resumen, avanzar en el camino de una seguridad democrática.”
Esta es una síntesis de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, al cumplir un año y medio de gestión.
–Cuando usted habla de delitos que bajaron, ¿de dónde sale la información para sacar las conclusiones?
–Por supuesto que la base sale de las denuncias policiales. Pero eso tiene ahora una supervisión de los funcionarios del ministerio, que no son policías ni gendarmes ni prefectos. Además, estamos chequeando con la Justicia, es decir con las causas judiciales. Pero claramente podemos establecer que con los 1200 gendarmes y prefectos que desde hace un año están en los barrios del sur de la ciudad, la seguridad mejoró con muchísima claridad en esas zonas. La gente muestra satisfacción, ha llevado mayor tranquilidad. La cantidad de efectivos indudablemente disuade. Ahora bien, veníamos de cifras de delito altas. Hay una declinación general del delito en Buenos Aires, pero hay mucho por hacer.
Números
En esos barrios donde se desplegó el Cinturón Sur los robos bajaron un 22 por ciento, los robos a mano a armada casi cayeron a la mitad y el robo automotor disminuyó en un 38 por ciento (ver aparte).
Más allá de las estadísticas sobre delitos, hay en la Capital Federal más efectivos de seguridad que nunca. Se agregaron 2000 integrantes de la Policía Federal; en el operativo Cinturón Sur se despliegan 1250 gendarmes y 1250 prefectos. Los 2500 policías que estaban en esas zonas del sur de la ciudad, pasaron a reforzar el resto de los barrios. Y a esto se agrega la Policía Metropolitana. Se instalaron 1200 cámaras de seguridad de alta definición y hay tres centros de monitoreo, sumándose un cuarto en Caballito la semana próxima.
–Cuando uno satura de efectivos una zona, ¿el delito no se muda a la de al lado?
–No lo descartamos. Estamos trabajando fuertemente en los barrios aledaños al Cinturón Sur. En Liniers, por ejemplo. Instalamos videocámaras de última generación y la semana que viene inauguramos el cuarto centro de monitoreo, o sea centros conectados a los patrulleros de la zona. A fin de año estarán todos los centros conectados a la Central de la Policía Federal. Este es un recurso de prevención para las zonas en las que no podemos saturar con efectivos. Además, piense que estamos haciendo operativos fuertes en Constitución, Balvanera, Once, Boedo, básicamente en zonas conflictivas. Estamos estudiando ahora con mayor profundidad el robo por ingreso a viviendas. Hubo varias organizaciones de ciudadanos colombianos que desbaratamos, pero ese delito continúa, tal vez porque la gente tiene más dinero en efectivo en su casa. Lo vemos en Recoleta, Belgrano, Coghlan, Palermo, barrios de clase media.
–¿Qué papel cumplen las cámaras?
–Las que estamos instalando son de la mejor tecnología que existe en el mundo. A 300 metros leen la patente de un auto o se ve el rostro muy nítido de una persona. Se puede usar ya como prueba jurídica. La clave está en la conexión con los centros de monitoreo y en el movimiento rápido de patrulleros por indicación de esos centros. En eso estamos trabajando.
–¿Qué sucede con la presencia de policías o gendarmes en las villas?
–Estamos muy conformes con el proceso que iniciamos y la gente también está conforme. Nosotros teníamos comisarías, infantería, la Montada, pero no una policía de proximidad, que trabaje en la prevención en esos barrios. Empezamos a trabajar con Brasil y con la experiencia que ellos estaban haciendo con las favelas. Ellos vinieron, nosotros fuimos y recorrimos un camino juntos. Se reclutaron policías que tuvieran vocación para esta tarea, se hizo una formación y el primer grupo de 250 empezó a trabajar el año pasado en Ciudad Oculta y en la Villa 31. Los resultados son muy buenos. Ayuda a prevenir la violencia doméstica, a interceder entre vecinos que tienen mucha rivalidad, se detectan adictos para que intervengan otras agencias del Estado. Este mes incorporamos otros 250 que se están capacitando. Y creemos que se puede agregar ahora la Villa 1-11-14. ¿Si eso sirvió también para bajar los robos? Es muy pronto para saberlo. Recién llevamos unos pocos meses de trabajo allí. Pero el policía de proximidad empieza a trabar una buena relación con el habitante de la villa: por ejemplo, le da su celular al vecino.
–¿Cómo es la relación con la Policía Metropolitana?
–No hay conflicto ni tampoco desarrollamos acciones en común. Están claras las jurisdicciones. Piense que un tercio de los efectivos de la Metropolitana fueron de la Federal, de manera que no hay choque. Con el resto de las policías provinciales del país estamos trabajando desde el Consejo de Seguridad en protocolos de actuación, con la vista puesta en lo que llamamos la seguridad democrática. Colaboramos en delitos complejos como la trata de personas o el narcotráfico y empezamos a vincular nuestros bancos de datos. Aspiramos a conectar las bases de datos de todo el país en materia de bandas, organizaciones delictivas y de narcos.
–¿Hay evidencias de avances en la lucha contra el narcotráfico?
–Las incautaciones de drogas subieron mucho, pero no es un índice determinante. Lo importante es que en Escudo Norte hicimos un gran despliegue de gendarmes y prefectos. Sumamos helicópteros, aviones, lanchas rápidas, camionetas y motos. Y el Ministerio de Defensa instaló dos radares más, en Las Lomitas, Formosa y Santiago del Estero. Se suma a Chaco, Salta y Misiones. Y hay 20 radares terrestres de Defensa que ayudan a detectar aviones que están por aterrizar. Ahora estamos a punto de incorporar 18 camiones-scanners de última generación. Se sube directamente un auto al camión y éste analiza el vehículo. Detecta droga aunque esté empotrada. Y esos camiones pueden hacer lo mismo transitando al lado de un auto: detectan estupefacientes.
fuente http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-200376-2012-08-05.html