Con un pedido de perdón de parte de uno de los acusados hacia la víctima, culminó el juicio contra dos policías por los delitos de Privación ilegal de la libertad, imposición de vejámenes y amenazas, y ahora solo resta esperar una semana la sentencia del magistrado.
Néstor Fabián Caraballo y Nelson Leonel Fernández son dos policías de la ciudad de Diamante que en la madrugada del 30 de noviembre de 2004 participaron del operativo de detención en la calle de Arnaldo Exequiel Ibarra. Ambos fueron denunciados, procesados y finalmente juzgados por haber esposado y golpeado al joven sin razón alguna, tanto en la calle como en el patrullero y en la jefatura policial.
Esta semana se desarrolló el juicio oral y público en el Juzgado Correccional Nº 2 de Paraná, donde mediante declaraciones de testigos presenciales e indirectos del hecho, junto a los informes periciales, se reconstruyó e intentó esclarecer aquel episodio.
En los alegatos, tanto el fiscal Ignacio Aramberry como el abogado querellante en representación de la víctima, Javier Aiani, mantuvieron la acusación y pidieron condenas. Ambos sostuvieron que los policías redujeron a golpes a Ibarra, lo empujaron contra el capó del patrullero, lo esposaron mientras le seguían pegando con el bastón y lo subieron al móvil. Luego lo llevaron a la Jefatura Departamental, mientras en el asiento de atrás uno de los policías continuaba golpeándolo, y lo dejaron en la dependencia policial, esposado y en el piso. Esta versión fue relatada con detalles por la propia víctima, y sostenida en parte por varios testigos que observaron el momento de la detención y el traslado en el móvil.
Además, se planteó lo que resultó evidente en el debate: que la familia de Ibarra tenía un problema vecinal con el policía Caraballo, por lo cual se desató la pelea y la agresión.
El pedido de condena para Caraballo fue de dos años y medio de prisión condicional, mientras que para Fernández de un año y medio den la misma condición. La diferencia se debió a que el primero fue quien originó y continuó las agresiones, mientras que el segundo participó en la detención y subida al patrullero del joven, y su traslado a la dependencia policial.
Apuntaron a los testigos
A su turno alegó el defensor de Caraballo, Marcos Rodríguez Allende, quien remarcó las contradicciones de varios testigos propuestos por la acusación, así como la misma credibilidad de sus declaraciones. Según se informó, además remarcó que no se pudo probar que las lesiones que tenía Ibarra hayan sido producto de ese episodio, y que acusaciones como estas a policías afectan su accionar, ya que cuando interceden de manera correcta en operativos terminan siendo juzgados. Por esto, el letrado pidió la absolución del policía Caraballo.
Por su parte, el defensor de Fernández, Adolfo Feu, también reclamó la absolución del agente ya que no se probó en ningún momento que haya participado de los golpes a Ibarra. El abogado manifestó que su defendido solo cumplió con la orden de conducir el patrullero desde el lugar de la detención hasta la Jefatura Departamental, que era su función. Destacó que solo se bajó del móvil para ayudar a subir al detenido y al mismo tiempo evitar que la pelea entre Caraballo e Ibarra se agravara. Además, Feu sostuvo que Fernández era un agente recién ingresado a la fuerza, y conforme a la verticalidad policial cumplió con las órdenes impartidas por el cabo Caraballo.
Por otro lado, la defensa expresó que los ocho años que han pasado desde el hecho hasta el juicio afectó la seguridad jurídica de ambos acusados, donde además de percibir la mitad de sus haberes por estar procesados, no supieron durante todo ese tiempo qué iba a suceder con su futuro. Ejemplo de las consecuencias de esta situación fueron los padecimientos psiquiátricos y psicológicos que afectaron a Fernández. Fue él quien al hacer uso de su última palabra en el juicio le pidió perdón a Ibarra, y le afirmó que nunca pretendió agredirlo ni privarlo de su libertad.
El miércoles 6 el juez Daniel Malatesta dará a conocer el veredicto sobre la causa.
