Damon Thibodeaux vivió más de diez años bajo la amenaza de la ejecución.

Este ciudadano estadounidense, que ahora tiene 38 años, fue declarado culpable del asesinato de Chrystal Champagne, su medio prima, y condenado a muerte en 1997. Sin embargo, siempre insistió en su inocencia y, después de pasar 15 años en prisión, finalmente salió libre de la Penitenciaría Estatal de Luisiana en Angola, una de las prisiones más duras del país. Esta es su historia.

“Confesión”

El caso de Thibodeaux dista de ser insólito. Los errores son uno de los rasgos que caracterizan al sistema de aplicación de la pena capital en Estados Unidos. El número de casos de personas condenadas a muerte que posteriormente han sido exoneradas (más de 140 en los últimos 40 años) debería dar qué pensar incluso a los más fervientes partidarios de la pena de muerte.

En la madrugada del 21 de julio de 1996, bajo custodia policial y tras un interrogatorio de casi nueve horas, Thibodeaux, entonces de 19 años, confesó haber asesinado a su medio prima de 14 años, a pesar de que hasta entonces había negado reiteradamente haber tenido algo que ver con el crimen.

Unas horas después dijo a su abogado que, exhausto, había hecho una confesión falsa para poder terminar el interrogatorio.

Sin embargo, la fiscalía, esgrimiendo esa “confesión” –que contenía detalles del crimen que eran incorrectos–, consiguió una declaración de culpabilidad, y el jurado votó por unanimidad a favor de la condena de muerte.

Lo que siguió para Thibodeaux fueron 15 años de reclusión en régimen de aislamiento en el “corredor de la muerte” de la prisión de máxima seguridad de Luisiana en Angola.

“En Angola permaneces en una celda 23 horas al día, sin contacto con nadie. Todas las comidas te las traen. Puedes salir al patio una hora al día, tres veces por semana. O puedes quedarte dentro y pasar una hora al día en el pasillo. En esa hora, tienes que ducharte, hace llamadas telefónicas, hacer ejercicio, o lo que sea”, contó Thibodeaux a Amnistía Internacional.

“En verano hace un calor insoportable, tanto que te pasas el día en ropa interior, sudando, y no consigues dormir por las noches. Quien diga que en el corredor de la muerte vivimos muy cómodos, evidentemente no tiene ni idea de cómo es aquello. Es el lugar más incómodo del mundo.”

“En 15 años recibí cuatro visitas de mi familia. Para algunas familias no resulta fácil hacer ese viaje hasta Angola, porque la prisión está muy lejos de la ciudad.”

El final del camino

Thibodeaux asegura que lo peor de estar condenado a muerte es saber que el Estado tiene intención de matarte.

“Por suerte, no tuve que enfrentarme a una fecha de ejecución. El hecho de que el Estado quiera matarte es algo que tienes que asimilar por ti mismo. No todo el mundo lo asume de la misma manera.”

Thibodeaux, que en la actualidad es un hombre libre, dice que siempre creyó que saldría de Angola, pero no sabía cuándo. Un aspecto insólito de su caso fue que, en 2007, al enfrentarse a las pruebas de una condena errónea, la Fiscalía del Distrito accedió a realizar una investigación conjunta sobre el caso con los abogados de la defensa.

“Sabía que iba a ser exonerado probablemente dos o tres años antes de que sucediera. El fiscal del distrito quería estar totalmente seguro de que no devolvía a la sociedad a alguien peligroso, lo cual es comprensible. No es fácil liberar a alguien a quien has procesado y condenado a muerte.”

Pruebas de ADN

Como parte de la nueva investigación, el fiscal del distrito consultó a un experto sobre confesiones dudosas, quien concluyó que la confesión de Thibodeaux era poco sólida. El fiscal del distrito anunció entonces que “la prueba principal de este caso, la confesión, es poco fiable. Sin la confesión, la declaración de culpabilidad no se sostiene, por lo que, en aras de la justicia, debe anularse”.

En una orden emitida el 27 de septiembre de 2012, un juez ordenó la excarcelación de Thibodeaux. Los análisis forenses no habían hallado ninguna prueba material que lo relacionara con el crimen, y los análisis de ADN realizados a una muestra de sangre encontrada en el cable que se utilizó para estrangular a la víctima habían revelado ADN de un varón que no era Thibodeaux.

Según el Proyecto Inocencia, que participó también en la nueva investigación del caso, más de 300 presos –18 de ellos condenados a muerte– han sido exonerados en Estados Unidos en los últimos decenios después de que las pruebas de ADN desempeñaran un importante papel en la determinación de su inocencia. Sin embargo, en la mayoría de los crímenes no hay pruebas de ADN que se puedan analizar, por lo que esa vía no está a disposición de muchos condenados que afirman ser inocentes.

“Aunque sabía que sería liberado desde un par de años antes, no es algo para lo que puedas prepararte emocionalmente. Cuando crucé esa puerta, me sentí como un hombre nuevo. Era una experiencia surrealista. Pasas 15 años en una celda, encerrado durante 23 horas al día, y de pronto estás fuera. Y al mismo tiempo es sobrecogedor, porque han pasado tantas cosas en los últimos 15 años… Pero pude salir con la cabeza alta”, dijo Thibodeaux.

Un mundo nuevo

Thibodeaux está rehaciendo su vida en Minnesota, tiene un trabajo a tiempo parcial y un apartamento. No ha recibido indemnización alguna del Estado, y está tratando de readaptarse a la vida en libertad en un mundo que, en los 15 años que pasó entre rejas, ha cambiado. También está retomando el contacto con su hijo, que ahora tiene 21 años.

“Teníamos televisión y periódicos, así que vi cómo iban cambiando las cosas, la era digital, pero tener que volver y tratar de ponerte al día con todo eso… Incluso ahora, me resulta difícil. Me encuentro con cosas de las que no sé nada. Cómo manejar mi iPod o mi ordenador… a veces tengo que llamar a alguien para preguntar”, nos dijo.

Thibodeaux ha sido el preso número 141 liberado del “corredor de la muerte” en Estados Unidos desde 1973 tras determinarse su inocencia. Algunos presos han sido ejecutados pese a las serias dudas que existían sobre su culpabilidad.

“Este caso es un recordatorio más del riesgo de un error irrevocable que acompaña a la pena de muerte. Las autoridades de todo Estados Unidos deberían reflexionar sobre lo que le sucedió a Damon Thibodeaux y trabajar para abolir este cruel castigo”, ha manifestado Rob Freer, investigador de Amnistía Internacional sobre Estados Unidos.

Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos, en todos los países, incondicionalmente.

 

http://www.amnesty.org/es/news/decir-corredor-muerte-comodidades-significa-no-estar-alli-2013-04-19