El sol entraba por una ventana del pequeño cuarto marrón claro. Charlábamos y reíamos. La escena no era diferente a cualquier grupo de amigas reunidas. Pero ese lugar no era un bar, ni una casa sino el penal nº 3 de la provincia de Jujuy, y entre nosotras estaba Romina Tejerina. El penal esta rodeado por un extenso campo de pasto y se asemeja mas un estancia que a una cárcel.
Habíamos llegado a la provincia allá por abril de 2009, conformando la Comisión por su libertad. Unas semanas antes, ella, había sido víctima de malos tratos por parte del servicio penitenciario y el sistema judicial. Hasta ese momento Romina llevaba 6 años presa.
El sistema judicial intentaba, una vez más, doblegarla abriéndole una causa penal por lesiones leves. Sin embargo la agredida había sido Romina. Más tarde, las agresiones fueron ratificadas por la justicia, que dio lugar al pedido de habeas corpus presentado por sus defensores. Lejos de garantizarle su integridad física, el servicio penitenciario, optó por el aislamiento donde le negaron la atención psicológica y pedagógica, en ese momento, Romina estaba cursando el secundario. Pero para el juez de ejecución el Dr Llermanos “la cuestión -las agresiones sufridas por Romina- habían devenido en abstracto” sin siquiera investigarlas. Además aprovecho la oportunidad para informarle que no la autorizaba a continuar sus estudios universitarios.
Por esa razón, organizaciones de mujeres, feministas, políticas, de derechos humanos, estudiantiles, medios alternativos, legisladoras nacionales y provinciales y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora viajamos a Jujuy para rodear de solidaridad a Romina y su familia. En estas circunstancias la conocí y además pude ser testigo del hostigamiento del que era objeto, muchas veces propiciado por el mismo servicio penitenciario.
Mientras algunas compañeras nos encontrábamos con ella, una guardia cárcel le dijo que su hermana estaba al teléfono. Romina fue a atender el llamado, minutos después volvió con los ojos vidriosos y en silencio. Se sentó tímidamente y bajó la mirada. Cuando conseguimos que nos contara que había sucedido, rompió en llanto. El llamado telefónico no era de su hermana sino de una persona que la agredió verbalmente haciendo alusión a nuestra visita. Esta fue apenas una pequeña muestra de lo que Romina debió soportar durante todo el tiempo que estuvo detenida.
Luego de cumplir dos tercios de su condena, de 14 años de prisión, recupero su libertad. Accedió a este beneficio porque así lo marca la Ley 24.660 de ejecución de la pena privativa de la libertad. Pero para acceder este beneficio es necesario cumplimentar algunos paso entre ellos contar con un informe positivo del gabinete criminológico del Servicio Penitenciario y buena conducta. Romina ya gozaba de salidas transitorias, primero con custodia luego bajo palabra de honor.
Sin embargo, la libertad para Romina esta siendo un derecho difícil de ejercer plenamente, debido al asedio periodístico que esta sufriendo. Los medios están pugnado por la “primicia” de su testimonio, impidiendo que pueda retomar su vida. Ahora, además, algunos están “informando” falsamente que Romina esta recluida en su domicilio por la “fuerte condena social”, hecho absolutamente desmentido por su entorno, en un intento de propiciar acciones contra ella. Es que los principales medios de Jujuy y Salta son parte del núcleo político y oligárquico que gobierna esas provincias conservadoras y clericales.
El caso de Romina no solo puso de manifiesto como el sistema patriarcal atraviesa las instituciones y a la sociedad sino que además mostró el dispar accionar de la justicia. Mientras el asesino del maestro Carlos Fuentealba está en libertad y el de Darío Santillan y Maximiliano Kosteki puede recibir el beneficio de la libertad. Romina, una joven pobre de Jujuy, debió pasar casi una década en prisión. Hoy, de acuerdo al fallo histórico de la Corte Suprema sobre el acceso al aborto en caso de violación, Romina no hubiera llegado a estas instancias. Aunque para muchas personas sea aun difícil de comprender, ella fue una víctima.