Alejandro y Nelson se conocieron en setiembre de 2008 en un colectivo de media distancia. Ese mismo día, el policía y el profesor de historia comenzaron su relación amorosa. «Nos fuimos enamorando», relató ayer Alejandro Scalcione, subcomisario de 45 años imputado por el asesinato del docente Nelson Rosso. Durante el juicio oral y público, Scalcione confesó el asesinato, pero dijo que fue durante una discusión, porque Rosso estaba con otro hombre cuando el llegó a la casa de éste, de madrugada. La defensa señaló que fue un «homicidio por emoción violenta». La Fiscalía y la querella, reclamaron condena por «homicidio calificado con alevosía y agravado por el uso de arma de fuego». Aseguran que Rosso permanecía «indefenso», cuando recibió los dos tiros. «Atravesé el pasillo y me crucé a un hombre que salía del cuarto acomodándose la ropa; detrás salió Rosso. Cuando el hombre se fue, discutimos: me echó como a una basura. Se recostó en su cama y me dijo que cualquiera era mejor que yo en la cama. Sentí frío y transpiraba. Entonces vi una nube de humo y pólvora», narró sobre el momento del suceso. Luego, llamó a la policía, dijo lo que había hecho y fue detenido.
Antes del relato que Scalcione ofreció ante el Tribunal Unipersonal, del juez Ismael Manfrín, el fiscal Aníbal Vescobo pidió el agravamiento por «alevosía», y dijo que probará que Scalcione, «ante el uso de su arma reglamentaria, mató a Nelson Rosso tras entrar a la vivienda de éste, aprovechando que Rosso estaba recostado en la cama. Hubo dos impactos de bala» en el cráneo y en el tórax. «Tiró sobre seguro», dijo. «Rosso no tenía posibilidad de resguardo: no podía salir de la habitación ni pedir auxilio», aseguró el fiscal.
La querella de los hijos de Rosso, conformada por los abogados Raúl Superti y Ricardo Giusepponi, coincidieron con que fueron «dos disparos efectivos de un funcionario policial, que sabe de manejo de armas. Scalcione ejecutó a Rosso; y conocía la criminalidad del acto que realizaba». Además, se sumaron al pedido de «alevosía».
La defensa, representada por Luis Tomasevich y Eduardo Campeciano, aseguró que su cliente actuó en medio de lo que llamaron «pasaje al acto emocional cumbre». Aseguraron que Scalcione es un hombre «honesto, e impecable policía». Para demostrarlo, ofrecerán como pruebas testimonios de profesionales de la ciencia y la medicina. Además, adelantaron que hay «actas especulativas»; y que «se modificó la escena del hecho». Por ello, apuntaron a que fue un «homicidio por emoción violenta».
Scalcione relató que el día que conoció a Rosso, de 61 años. «Perdí el colectivo a mi pueblo en la terminal de ómnibus. Había rendido una materia de pedagogía social», comenzó. «Tomé el colectivo siguiente y Rosso se sentó a mi lado. Conversamos todo el camino y me invitó a pasar por su casa, donde intimamos. Desde entonces comenzamos con comunicación telefónica y nos veíamos cada dos días. Nos fuimos enamorando», dijo.
En noviembre, Rosso le ofreció a Scalcione poner una consultoría en su casa «para atender a la gente», y ejercer su título de operador en psicología. «El día de la propuesta nos tiramos los dos en la cama y nos pusimos a llorar: estábamos realmente enamorados», relató.
Para entonces, Scalcione estaba en pareja con Roberto P., a quien le dijo que estaba con otro hombre y terminó con la relación que llevaba 15 años. Un mes después, todo se complicó: «A principios de diciembre, Rosso me mostró un mensaje de un hombre con el que había intimado antes de conocerme a mí. El mensaje decía que esta persona quería mantener una relación de tres. Fue el primer motivo de discusión entre nosotros», dijo. «Yo estaba indignado, después me pidió perdón y me dijo que él ya no tenía nada que ver con esa persona», agregó.
Casi al mismo tiempo, Scalcione comenzó a atender a la hija de Rosso, a pedido de éste, porque la chica tenía complicaciones con sus estudios y el padre quería encaminarla hacia el futuro. El imputado señaló que la relación le fue ocultada a la familia de Rosso. Ese fue otro motivo de las peleas. «La relación se iba cada vez más a pique; era intolerable». Se fue a vivir a una casa que compró en un Fonavi. «Estaba mal económicamente porque tenía deudas», dijo. Pese al distanciamiento, Scalcione mantenía la consultaría en la sala de la casa de Rosso.
El día del hecho, Scalcione estaba como jefe de Destacamento del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez. Alrededor de las 2 de la mañana volvió a Oliveros: «Durante el viaje me di cuanta que me había dejado en la consultoría la boleta de gas, que necesitaba para un trámite. Bajé en la casa de Rosso. Entré por atrás. Siempre avisaba que entraba y lo llamé por el nombre. Busqué el papel en la oficina, lo guardé en el bolso y cuando iba hacia la pieza me crucé a un hombre que salía acomodándose la ropa».
-¿Usted mató a Rosso?-, preguntó el fiscal.
-Sí, señor-, respondió el acusado, a quien le mostraron una foto de ambos, besándose. «Me recuerda el momento más feliz», dijo.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/9-32983-2012-03-20.html