“La Policía, la maldita policía, dejó tuerto a mi hijo, que se hallaba durmiendo en su propia casa”, dijo consternada Susana Moya, madre de un joven que recibió un perdigón de bala de goma cuando, según él, intentó franquear la puerta de ingreso a un grupo de Infantería Policial.
Carlos Abalos (23) dijo, desde el sector de mujeres del hospital San Bernardo, que nada tenía que ver con el grupo que la Policía buscaba, que minutos antes había ingresado como tropel a su domicilio tras ser repelidos por la fuerza provincial.
“Escuchamos ruidos, disparos y gritos. Un montón de muchachos entraron a la casa y corrieron hacia el fondo. Yo lo desperté a mi hijo y le dije que asegurara la puerta antes de que sigan entrando y cuando estaba en el comedor ingresó un grupo de policías al grito de al suelo! Mi hijo los miró, quiso aferrarse a la puerta, el policía levantó el arma y le disparó al rostro, sí señor, al rostro. Luego fueron hacia el fondo e hicieron al menos treinta disparos más, dejaron cartuchos celestes y verdes por todas partes”, afirmó la molesta mamá.
A continuación relató: “Mi hijo se hallaba en el suelo herido. ¿Usted cree que al menos llamaron una ambulancia? Nada, como entraron se fueron. Los vecinos nos ayudaron, y llamaron al Samec”.
Contó además que “ayer la doctora me dijo que nada podían hacer por el ojo de mi hijo, que ya estaba tuerto, pero que había que operar para extraerlo para que no perdiera la visión del otro ojo, por alguna posible infección”.
“Ya hicimos la denuncia, en realidad dos, pero no sé qué va a ser de mi chango, inutilizado por la violencia policial injustificada en su propia casa”, dijo.
Al ser consultada si su hijo Carlos era integrante del grupo de personas que enfrentaron a la Policía, la mujer aseguró que no, que el joven estaba durmiendo porque trabaja en la construcción y debía entrar a las siete.
“Sí, sé que este es un barrio conflictivo, pero no todos aquí somos delincuentes, adictos o vendedores de droga. Hay gente que trabaja y quiere vivir en paz, pero así a los balazos no se puede”, graficó.
Lo reconocí y lo reconoceré
Carlos Abalos, la víctima del disparo, dijo ayer desde su lugar de internación que reconocería de inmediato al policía que le disparó al rostro.
“Lo tengo grabado, porque yo llegué hasta la puerta, quise cerrarla, él ingresó, me apuntó y me disparó a pesar del movimiento reflejo que hice para evitar que me alcanzara de lleno. Uno de los perdigones me destrozó el ojo y caí retorciéndome de dolor, mientras el tropel de policías comenzaron a disparar en el interior de mi casa. Mi madre intentó calmarlos, pero ellos siguieron llenando de pólvora el ambiente. Luego se fueron, no me asistieron ni me preguntaron nada”, afirmó.
Luego reflexionó: “Sé que esta mañana mandaron a una serie de peritos a recoger los cartuchos y a hacer las pericias, pero me temo que fueron a levantar las pruebas, ya que al parecer no documentaron nada. Creo que la bala de goma me dejó ya sin futuro. Solo espero que la Justicia actúe con celeridad y ponga punto final a estos excesos”.