Una adolescente de 15 años permanece «estigmatizada» en Arequito desde hace meses, cuando los padres de otras tres niñas la acusaron por supuesto abuso sexual. El rechazo social hacia la jovencita, por parte de prácticamente todo el pueblo ubicado a 82 kilómetros de Rosario, motivó que la jueza de Menores de Casilda, que intervino en el caso tras la denuncia, critique el contenido sexista de los medios de comunicación televisivos y digitales porque «la chica no hizo más que repetir conductas que inculcan la televisión e internet». Para la jueza Cristina Pecoraro, «la acusada es tan víctima como las hijas de los denunciantes»; y se esperanzó con que el caso «sirva como una enseñanza para la sociedad, que hay que construir entre todos». Además, Pecoraro reclamó la intervención de la Dirección Provincial de Niñez, Adolescencia y Familia, porque «la chica necesita contención» ya que cursó su infancia y transita la adolescencia en una casa donde no hay una familia constituida para guiarla. «Si no tiene quién le explique qué significa ser una persona transexual o un gay, ella es una víctima de lo que ve», lamentó. Desde el área provincial le indicaron a la magistrada que el caso se está «administrativizando». Es que se está dando un «fortalecimiento» del equipo casildense de Niñez y Adolescencia, que intervendrá en el caso por ser Casilda la cabeza del departamento.
La niña, que cumplirá 16 este año, fue denunciada por los padres de tres pequeñas que tienen entre 6 y 10 años. Todas viven en el pueblo de poco más de 6.500 habitantes. Al mismo tiempo, las familias denunciaron también a un septuagenario que está siendo juzgado en la Instrucción, por abuso sexual hacia las mismas niñas, aunque no se aclaró si hubo acceso carnal en esos casos.
La chica está acusada de «darle besos en la boca y tocar a las otras tres nenas, aunque por encima de la ropa». La jueza señaló que «todo lo que indicaba la denuncia de las madres de las tres víctimas era que no había un abuso sexual con penetración. Había gestos y movimientos como indicadores sexuales, claramente copiados».
Pecoraro consideró importante aclarar que la quinceañera «vive con su bisabuela: una señora muy mayor para dar educación y formar a la chica». Al reflexionar sobre el caso en el que trabajó un año, la magistrada consideró que «todo lo que ella veía en la televisión y había vivido también en su hogar hace muchos años atrás, era lo que hacía con estas amigas» cuando se reunían a jugar. «Lo que la nena veía en las telenovelas y otros programas que a cualquier hora transmiten escenas de este tipo, no adecuadas para menores como únicos consumidores, era lo que ella repetía; porque si no hay un mayor responsable entre la chica y el programa televisivo, que le explique qué es un travesti y cuál es la diferencia con un transexual o qué es un gay, esta nena es tan víctima como las hijas de los denunciantes». En el mismo sentido, apuntó a que «la computadora e internet funcionan de manera similar, porque abren las ventanas del mundo y satisfacen cualquier inquietud. Los chicos tienen mucho acceso a esto, y cuando tienen entre 13 y 15 años no tienen mucha idea de qué es perverso y qué no».
Por si hiciera falta aclararlo, la denunciada es una nena no punible, y para la jueza fue «muy importante» trabajar con ella, aunque aseguró que «no fue nada fácil». El lunes pasado, Pecoraro se reunió con los padres de las niñas que fueron víctimas y les planteó que «se entiende el enojo» generado por la situación, pero les aclaró que no puede «acusar a la adolescente de nada. No se puede pedir la cárcel y la exclusión; todo lo contrario: hay que ayudarla a integrarse, porque sino no funcionamos como sociedad. Tenemos que ayudarnos entre todos», instó.
La magistrada, que ya ofició a la Dirección de Niñez sobre la situación, reclamó que «trabaje con esta nena para que no esté estigmatizada por el pueblo de Arequito, porque es una víctima más».
Consultada, la directora de la Oficina de Derechos Humanos de la Municipalidad de Rosario, Gabriela Sosa, quien durante años coordinó el Colectivo de Mujeres Las Juanas, apuntó a que «los medios de comunicación solo traducen a la mujer en dos sentidos: como un objeto sexual o como un ama de casa». Al mismo tiempo, lamentó que «los programas de más rating se nutren de manifestar la violencia simbólica»; y eso «está al alcance de todos, incluidos los más jóvenes».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/10-33772-2012-05-14.html