La Cámara Penal, integrada por Daniel Acosta, Carina Lurati y Guillermo Llaudet Mazza, ratificó las condenas a cuatro policías acusados de apremios ilegales y exacciones. Se trata del comisario Roberto De la Torre y sus cómplices: Héctor Cabrera, Javier Arostegui y Raúl Orgaz.
De la Torre fue sentenciado en su momento por encubrir el crimen de Claudio «Pocho» Lepratti. Era jefe de la seccional sub 20º cuando fue asesinado el militante social el 19 de diciembre de 2001, durante la represión del Diciembre Trágico, y es uno de los acusados de haber encubierto al acusado del homicidio, el oficial Esteban Velázquez. Por ese hecho, De la Torre fue sentenciado a dos años y ocho meses, en febrero pasado, junto a otros tres efectivos.
Pero al año siguiente al asesinato de Lepratti, dos hechos volvieron a involucrar al policía, que ya está jubilado. En el primero, cometido el 19 de abril de 2002, está acusado junto a Héctor Cabrera (próximo a jubilarse) y Rubén Orgaz (actual subjefe en Albarellos), de haber demorado a un plomero por un presunto robo de dinero en la casa de una mujer donde, con su tío, hacían arreglos. «Fue esposado y llevado a un calabozo; después, en la parte alta de la sub 20º, fue golpeado para que indicara dónde estaba el dinero robado. Sufrió lesiones en la espalda y los riñones. Luego, recuperó la libertad porque la plata supuestamente apareció», expresa el fallo del juez Julio Kesuani.
El segundo hecho tuvo dos víctimas. Fue perpetrado el 8 de enero de 2003, y están acusados De La Torre, junto a Héctor Cabrera y Javier Arostegui (que tiene una condena menor, a dos años y ocho meses de condicional; aunque presta funciones en la seccional 14ª). En la resolución figura que aquel día demoraron a dos repartidores de pollo en la vía pública. En su declaración, el empleado dijo que a su patrón «le quitaron el celular con el que quería llamar a su abogado, forcejearon y le dieron una trompada en la boca, después uno de ellos lo tomó de los pelos y lo hizo bajar del rodado, se acercó otro policía y continuó golpeando a su patrón».
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