La seguridad es un tema instalado hace años en la agenda pública que aún hoy no ha encontrado siquiera un diagnóstico adecuado que permita establecer una política destinada a atenderlo.
Del «un delito, un castigo” a «lo único que falta que los presos cobren vacaciones y aguinaldo”, los lideres políticos muestran no solo su desconocimiento del asunto, sino también palabras oportunistas, en el marco de una campaña electoral. La población está asustada, no quiere correr riesgos ni en sus bienes ni en su propia vida y algunos inescrupulosos aprovechan ese estado de temor y desasosiego que invade a muchos y tiran frases, palabras efectistas pero que no demuestran en absoluto alguna voluntad de cambiar algo. Discursos que se centran en la represión del delito sin investigar y profundizar en las causas y las características del mismo. Fórmulas fracasadas, que no han tenido ningún éxito en lo que verdaderamente debería ocupar a los líderes políticos que es generar acciones destinadas a la prevención del delito. En esta gran tarea está incluida seguramente la represión del delito pero no como un fin en si mismo, sino como parte de una política mucho más integral que tenga como objetivo la seguridad ciudadana. Desde luego que solamente castigando y privando a los presos de sus derechos laborales no se solucionada nada. El debate y el compromiso urge que sea más profundo, más honesto y menos perverso.
Nuestra ciudad no es una isla y también vive esta problemática a diario y cada vez más los vecinos piden respuestas al poder político local, que no encuentra de qué forma encarar el tema. Las reuniones y comisiones de vecinos; autoridades policiales, judiciales y políticas han servido poco pese a la voluntad y buena predisposición de sus integrantes, generalmente surgen a partir de un hecho aislado aunque impactante por diferentes motivos, la mayoría de las veces por la violencia ejercida sobre la víctima. Y así estamos, marchando, reuniéndonos, enojándonos y resolviendo poco.
El Estado, al menos en uno conforme al derecho, es el único titular del uso lícito de la fuerza y, así, el garante de la convivencia. «Los Estados municipales son la instancia más cercana a los vecinos. Por eso, cada vez más la sociedad les exige de un modo inmediato el
resguardo eficaz y democrático del derecho a la seguridad.
En los últimos años, se ha gestado un modelo nuevo de seguridad pública, alrededor del concepto de seguridad ciudadana (o seguridad pública democrática). Este modelo concibe a la seguridad como
una situación social en la que pueden gozarse de manera plena e integral los derechos y libertades, y en la que se configuran políticas y mecanismos institucionales para prevenir y controlar los riesgos o
conflictos que los lesionen”,Tobías Schleider, director del Centro de Análisis Estratégico del Delito, que funciona en la municipalidad de General Pueyrredón.
A veces, hay que mirar alrededor para conocer cómo funcionan otras comunas y poder tener en cuenta algunas ideas para trasladarlas a la nuestra. Rodearse de gente que sabe y experimentada evita el desgaste de energía mal focalizada y permite aprovechar exitosamente los recursos humanos, la logísitca y el tiempo.
El Centro de Análisis Estratégico del Delito (CAED), que funciona como un observatorio del delito en Mar del Plata, es un
organismo técnico y multidisciplinario, que recibe el aporte de profesionales de disciplinas diversas. Tiene como objetivo general la construcción de un sistema dinámico de gestión de la información, apto para la toma de decisiones en materia de seguridad ciudadana.
De este modo, busca dar fundamento a políticas y acciones estatales más racionales y eficientes, especialmente orientadas hacia
la inclusión y la promoción de una sociedad más pacífica.
En nuestra ciudad se carecen de estadísticas que nos permitan realizar un diagnóstico en base a datos certeros. Por ejemplo, qué tipo de delitos se cometen; quiénes los ejecutan (no tanto el nombre y apellidos sino perfil social, cultural del delincuente); que demanda tiene cada barrio en cuanto a la seguridad; que beneficio trajeron las cámaras de seguridad; si bajó o no el delito con más policías en la calle; cuál es el destino de los autos y electrodomésticos robados; ¿hay algún dato que nos permita relacionar que más detenidos es igual a más seguridad?; ¿los detenidos por tenencia de marihuana para uso personal implicó en una baja del consumo? Quiénes consumen?
Obtener esta información en la ciudad no es descabellado imaginarlo, la misma permitiría establecer un diagnóstico de lo que pasa y poder establecer algunas acciones. Ir a tientas, improvisando y suponiendo ya sabemos que no trae buenos resultados. Se necesita profesionales y experimentados en el tema. El CAED en Mar del Plata ha brindado datos muy valiosos que han permito desarrollar acciones consensuadas por todo el arco político y a largo plazo. El mismo ha dividido la ciudad en zonas y cada una de ellas tiene sus particularidades y las acciones responden a estas. Entre los elementos se tuvo en cuenta a datos
sociodemográficos, que permitieron identificar necesidades particulares de la población de cada barrio; el mapa del delito, que permitió conocer las concentraciones de
los distintos tipos de delito y su comportamiento; y la densidad de llamados al 911, con los requerimientos de asistencia por día y hora de cada área.Vale la pena conocer la práctica de la ciudad vecina y con este objetivo su director Tobías Schleider, doctor en filosofía del derecho y especialista en derecho penal, estará en nuestra ciudad en los próximos días, invitado por integrantes de la Justicia ávidos por conocer y aprender de la experiencia.
Es de esperar que el tema genere interés y haya decisiones que surjan de un consenso general de todo el arco político que permitan avanzar por caminos aún no recorridos que busquen encontrar un destino que nos permita trabajar con la esperanza de construir sociedades más pacíficas y seguras.