La parte de atrás del discurso de superbandas, superpolicía, superseguridad.
“El Estado actual y las corporacionesnecesitan de los ladrones bobos y de algunos psicópatas asesinos, porque de lo contrario no podrían legitimar su vigilancia sobre nosotros; si no los hubiese, tendrían que inventarlos y sin duda lo harían, pues su máquina burocrática no se dejaría morir de inanición”.
Utilicemos esta frase de Zaffaroni (La Palabra de los Muertos) para iluminar el sendero trazado por las últimas hazañas en materia de seguridad en Neuquén.
Como siempre, el control del flujo informativoque llega a los medios está a cargo de la Policía, con el aval tácito o explícito del Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.
Para empezar, este caso de actualísima actualidad.
Como verán el enfoque (en tono acrítico) es el frustrado linchamiento.
Pero lo interesante del caso es cómo sucedió el robo (el presunto ladrón aprovechó que el vehículo estaba en marcha) y cómo terminó (chocó a las dos cuadras).
Un claro caso de ladrón bobo o, como también dice Zaffaroni, de persona inteligente que comete hechos tontos.
Prototipo de nuestra delincuencia: no planifica sino que aprovecha la oportunidad, y una vez resuelto su objetivo no sabe cómo continuar.
Hacer carrera en el delito
Apenas un peldaño arriba en términos de sofisticación tenemos otro caso de alta repercusión: el asalto a un fletero para robarle la recaudación.
El presunto autor fue lo suficientemente torpe como para olvidar en la escena del crimen su teléfono celular, lo que no sólo permitió identificarlo sino también descubrir que un compañero de trabajo de la víctima habría sido su cómplice.
El imputado en este caso, Gerardo Fuentes, es un caso para analizar con más detalle. Parece empecinado en demostrar que el sistema carcelario ¡no sirve para resocializar!
Su “carrera delictiva” (si tal cosa existe) comenzó en 2008, cuando cometió una tentativa de hurto simple. Al sistema no le importó que se trate de uno de los delitos más intrascendentes, y lo condenó a un mes de prisión efectiva. O sea, lo metió preso.
Un año después, Fuentes escaló cuesta arriba el Código Penal y cometió un robo simple. También lo atraparon y lo condenaron: dos meses de prisión efectiva.
La cárcel, en vez de desalentarlo, parecía producir en él un efecto contrario. Su siguiente condena fue por robo calificado por el uso de arma: 3 años de prisión efectiva.
Podemos presumir que nunca se lo abordó desde otra perspectiva más que “el que las hace las paga”. Y aquí tenemos el resultado de tan efectiva política: en 2011 presuntamente cometió un homicidio, por el cual será juzgado por jurados populares y si lo encuentran culpable irá a prisión por muchos años.
Será entonces un problema resuelto.
El perfil de Fuentes es el de la inmensa mayoría de los que pueblan las cárceles: joven, contexto familiar casi nulo, primaria completa, ningún trabajo fijo, ayudante de albañil de forma ocasional.
Ahora sí, la superbanda
La última estrella mediática es la bautizadasuperbanda VIP. Por fin un caso de organización delictiva entre tanto improvisado.
Mereció una conferencia de prensa un sábado, y no se la perdieron ni el ministro de Seguridad,Gabriel Gastaminza, ni el fiscal general José Gerez ni, por supuesto, el jefe de la policía Raúl Laserna, dueño de casa (y de la información).
Confesamos que de entrada nos llamó la atención este caso. Los miembros de la superbanda viven… en un asentamiento precario.
“Lavan dinero comprando electrodomésticos”. Así como lo leen fue publicado.
Tan organizada era esta superbanda que se movilizaba en un automóvil en venta, con un número de celular estampado en la luneta para atraer compradores.
Y ese teléfono, intervenido, resultó ser el que usaban para planificar los robos. Que por otra parte los cometían a cara descubierta y frente a cámaras de vigilancia.
Asustame que me gusta
No vamos a negar la violencia ejercida, ni el daño que provocaron todos estos casos.
Pero nos interesa llamar la atención sobre el mecanismo mediático que se utiliza para infundar temor.
Cuanto más sofisticado nos hacen creer que es el delito, más tendemos a justificar las restricciones a nuestra libertad y a nuestra privacidad que nos imponen para reprimirlo.
Cerramos con Zaffaroni que cita a Foucault:
“El poder punitivo en serio no se ejerce sobre los que están presos, sino sobre los que estamos sueltos, pues es poder de vigilancia”.
http://fueradelexpediente.com.ar/2014/06/27/superbandas-supertorpes/