Con pancartas, repartida de volantes y cánticos, un centenar de jóvenes realizó una marcha ayer en Tupungato. El reclamo es concreto: no quieren seguir siendo víctimas del «abuso institucional» que -aseguran- ejerce sobre ellos la Policía local.
«Le tengo que pedir a mi novia que me acompañe cuando vengo al centro. Si me ven solo, seguro me detienen», se quejó Juan, un muchacho que confió estar «cansado» de la persecución.

Otros chicos hablaban de «la vergüenza» que pasan en la calle, del tener que padecer todo esto «por portación de rostro».
«A mí me agarran cada dos por tres por averiguación de antecedentes. Una semana me llevaron todos los días. Una vez me negué, porque iba con mi nena», contó Miguel.

El chico también dijo que fue detenido y golpeado por estar «arrastrando» su moto hasta el taller, porque no le funcionaba. «Dijeron que me la había robado».
Historias como estas sonaron ayer en la marcha, que recorrió la calle Belgrano, la principal arteria tupungatina. La convocatoria fue promovida por grupos de jóvenes del departamento, aunque también participaron algunos padres y vecinos autoconvocados.

Además, la gente de la UTS, de la radio comunitaria Sin Dueño y de la biblioteca popular local apoyaron la iniciativa.
La marcha salió a media mañana desde la plazoleta tupungatina, recorrió la Belgrano y terminó frente a la explanada de la Municipalidad y la Comisaría 20.

El reclamo se realizó sin incidentes, incluso los efectivos acompañaron la movilización, asegurando medidas de protección en la vía pública. Mientras su familia manifestaba la «bronca» en la calle, Pedro Amaya se presentaba en la Fiscalía de Tunuyán a denunciar los golpes que recibió su hijo en mano de policías.

Según declaró, «a la salida del boliche, mi hijo se fue a la casa de un amigo. Hubo un incidente y él estaba en la vereda cuando llegaron unos policías y lo golpearon.

Después, los amigos lo convencieron de que debía poner la denuncia y cuando fue a la comisaría lo dejaron preso y lo volvieron a golpear».
El hombre no tiene dinero, pero le han aconsejado que contrate un abogado para evitar que «le armen una causa judicial» a su hijo.

«Nos quejamos hasta que lo llevaron al hospital, porque creemos que debe tener el tabique quebrado. Mañana tenemos que hacerle la radiografía, para presentarla a la Justicia», dijo Amaya.
«La crisis que se manifiesta en todo el país, lleva al Estado a una mayor necesidad de disciplinar; genera cierto consenso sobre la represión y el pedido de una presencia policial que sature las calles. Esto se termina traduciendo en violencia contra jóvenes y pobres», dijo Ismael Jalil de la Coordinadora contra la represión policial e institucional, una entidad con sede en Buenos Aires, que monitorea lo que ocurre en las provincias.

«Mendoza está entre las de mayor incidencia de gatillo fácil». Explicó que estos abusos comienzan con detenciones arbitrarias y pueden terminar con palizas y el armado de causas. «El correlato del hostigamiento es la estigmatización de estas poblaciones», dijo Jalil.
El comisario de Tupungato, José Martinelli, minimizó la protesta y dijo no haber recibido antes reclamos en este sentido. «No sabemos quién movilizó esta medida. Llegó un colectivo con 60 personas, la mayoría no oriundas del departamento, y armaron todo. Nadie pidió hablar conmigo».

Aseguró que en su repartición siempre se sancionó a los policías como civiles, cuando fue debido. GM

 

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