El viernes pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió en Olivos, sucesivamente, a la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; al secretario de Seguridad, Sergio Berni, y al hasta ayer ministro de Seguridad, Arturo Puricelli. De esos encuentros salió ayer la designación de María Cecilia Rodríguez como titular de la cartera de Seguridad: la Presidenta le tomará juramento mañana. En la decisión hubo una mezcla de dos componentes. El primero es que Puricelli quería dar un paso al costado, tras una larga trayectoria como funcionario del Estado. El segundo componente es que había poca presencia pública del ministro, poca afinidad con el estilo de Berni y cierta lentitud en todo lo que fuera movimientos y decisiones administrativas, que son las que dependían de Puricelli y su equipo. La nueva ministra tiene un perfil de “estar en la cancha”, algo que mostró en su estadía de un año como funcionaria de las Naciones Unidas –no de la Argentina– en Kosovo, luego en Haití, en el tsunami en Indonesia, y en la asistencia a las víctimas de la explosión por escape de gas en Rosario, en agosto de este año. Aquella experiencia en Kosovo, suele decir, “fue uno de los mejores años de mi vida”. En cualquier caso, la designación de Rodríguez parece apuntar a que el ministerio tenga una nueva dinámica.
La nueva titular de Seguridad no es de La Cámpora, como inicialmente se difundió, pero todos los que la conocen sostienen que “tiene un perfil netamente progresista”. Viene de estar en áreas que tienen que ver con la intervención en el territorio: en Desarrollo Social, estuvo en la Secretaría de Asistencia Crítica; en Seguridad, en la Subsecretaría de Relaciones con la Comunidad; en Defensa –su cargo hasta hoy–, en la Secretaría de Emergencias. Después de su participación en el caso rosarino y tras recorrer la zona con ella, la Presidenta la elogió: “Es una experta de aquéllas”, escribió en su cuenta de Twitter. Ya había sido condecorada a raíz de su intervención en Haití. Según el anuncio realizado ayer por el secretario de Comunicación, Alfredo Scoccimarro, Rodríguez asumirá mañana en un acto a realizarse en Casa Rosada, lo que llevará allí a la Presidenta por segunda vez después de su convalecencia.
De la nueva ministra –46 años, licenciada en Ciencias Políticas de la Universidad del Salvador– se dice que es muy militante, hiperactiva y que sintoniza con uno de los principios básicos reivindicados tanto por Néstor como Cristina Kirchner: la seguridad no debe ser delegada a las fuerzas de seguridad, sino que es responsabilidad de la conducción política. Es decir, que no debe haber una especie de autogobierno de los hombres de uniforme –como ocurre en varias provincias–, sino que una clave es ejercer un estricto control de los gobiernos sobre los policías, gendarmes o prefectos.
Rodríguez tiene larga relación con el kirchnerismo y muy buena química con quien aparece como la cara visible del ministerio, el secretario Sergio Berni, encargado de la conducción diaria de las fuerzas de seguridad. Pero todo indica que la decisión de que asumiera la cartera partió de la reunión del viernes, en Olivos, en la que es seguro que Alicia Kirchner apoyó su nombramiento y otro tanto hizo Berni. La nueva ministra también tiene vínculo con el designado titular de la Secretaría de Prevención contra la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), el sacerdote Juan Carlos Molina. Una de las versiones que circulan en la Casa Rosada es que se desdoblaría la Sedronar: la parte que tiene que ver con la prevención y la asistencia a los adictos quedaría en esa secretaría, mientras que la lucha contra el narcotráfico irá al Ministerio de Seguridad. Nadie confirmó todavía ese rumor. Molina jurará también mañana, en el mismo acto en el que lo hará Rodríguez.
Puricelli había aceptado el pedido de CFK de reemplazar a Nilda Garré en la cartera de Seguridad, aunque nunca estuvo muy a gusto. Su idea era retirarse y volver a Santa Cruz. La voz cantante quedó en manos de Berni, mientras el ministro cultivaba un notorio bajo perfil dejando hacer al secretario. La tensión existente dentro de la cartera se redujo mucho aunque nunca desapareció del todo. El mensaje de la designación de la nueva ministra se parece bastante al que hubo en Economía: evitar que convivan varias cabezas, evitar internismo y unificar la conducción.
La cartera que asumirá Rodríguez tiene muchas aristas. Teniendo en cuenta el estilo que anunció el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, uno de los puntos clave es el diálogo con las provincias, entre ellas algunas –Santa Fe, Córdoba– con graves problemas relacionados con el narcotráfico y sobre todo el vínculo de jefes y efectivos de las fuerzas de seguridad provinciales con bandas narcos. Rodríguez indudablemente estará a la cabeza de la interacción con los responsables de seguridad de cada distrito. Dicen que la nueva titular de la cartera no tiene mucha vocación por los micrófonos, pero en cualquier caso no mantendrá el mismo bajo perfil que Puricelli. El Gobierno necesita hacer oír su voz en un tema que aparece en las encuestas como una fuerte preocupación de los ciudadanos.
Todo indica que el mayor acento de la nueva ministra estará puesto en una mirada más integral de la cuestión de seguridad, no sólo como una estrategia de sumar policías, gendarmes, prefectos, patrullajes y operativos, sino apuntando también a los aspectos más sociales del delito, que tienen que ver con la desigualdad, la violencia de género, la trata de personas, las demoras en la Justicia o la situación en las cárceles. El larguísimo currículum de Rodríguez en materia de intervenciones en emergencias –El Salvador, Belice, Bogotá, Perú, las inundaciones de La Plata, Tartagal, Haití, Indonesia, Panamá– hace pensar que le dará relevancia a ese aspecto social del ministerio. Cuando estaba en el Ministerio de Desarrollo Social, era la encargada de negociar con las organizaciones piqueteras, en épocas en que los conflictos eran diarios. Ahora el desafío será otro, pero no será nada sencillo.
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