En su debut como presidente pro témpore de la Comisión Interamericana contra el Abuso de Drogas (Cicad), Rafael Bielsa planteó la necesidad de dar “un debate abierto, reflexivo y sin prejuicios” para cambiar el paradigma prohibicionista. “El problema mundial de las drogas continúa siendo un desafío frente al que resulta más preciso hablar de fracasos que de éxitos”, agregó el funcionario argentino, durante la reunión número 51 de este organismo de la Organización de Estados Americanos, de la que participaron representantes y expertos de 35 países del continente. El secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) también sugirió que se enfoque esta problemática desde una “óptica dinámica y multidisciplinaria con políticas sustentadas en la evidencia”. Es la primera vez que la delegación argentina sostiene su postura no criminalizadora ante la Cicad.

El objetivo de la reunión era analizar el mandato de la reciente Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias. Allí, en un encuentro de los jefes de delegaciones conocido como Los Retiros se coincidió en analizar los resultados de la guerra contra las drogas, lanzada por el presidente norteamericano Richard Nixon hace más de 40 años, y se confirió a la OEA la tarea de “informar opciones y escenarios para desarrollar nuevos enfoques”. Ayer hubo un almuerzo dedicado a un tema que Estados Unidos rechaza de plano: la despenalización de la tenencia de drogas para uso personal.

Hace un año, cuando Argentina tomó la presidencia pro témpore de la Cicad y se festejó el vigesimoquinto aniversario de este organismo, se lanzó una consigna: “Mirar hacia el futuro”. Ayer, Bielsa volvió sobre este punto. “El futuro es hoy y el hoy nos impone como urgente necesidad el reconocimiento de que nos encontramos en un momento central en el abordaje del problema mundial de las drogas, en el que son muchas las voces que se han alzado en nuestra región reclamando una reflexión crítica respecto de los éxitos y fracasos de las estrategias y acciones que venimos materializando”, dijo.

El titular de la Sedronar recordó que en 1998 la Asamblea General de las Naciones Unidas planteó como meta, para los próximos diez años, vivir en “un mundo sin drogas”. “Tanto en materia de reducción de la oferta, como de reducción de la demanda, estas metas no han sido ni por lejos alcanzadas”, aseguró Bielsa. Más tarde, su colega norteamericano Gil Kerlikowske trató de contrarrestrarlo citando la evaluación de estos objetivos hecha en 2009 por la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito, que desconoció el fracaso y lamentó “las consecuencias indeseadas” de la guerra (ver aparte).

Tras recordar el mandato de la última cumbre de presidentes americanos, Bielsa destacó: “El debate no sólo es necesario sino que nos pone frente al desafío de que además sea enriquecedor y no reitere viejas antinomias y dicotomías, que no hicieron más que llevarnos a consumir un tiempo valioso en discusiones estériles”. En ese sentido, el funcionario argentino abogó por la búsqueda de “un abordaje más eficaz del problema” y aunque observó que el debate “excede este período de sesiones”, invitó a los presentes a trabajar con un espíritu “reflexivo y abierto”.

Entre los temas a abordar en la reunión de la Cicad se mencionaron el impacto del narcotráfico en el desarrollo económico, el problema de la seguridad y las drogas, particularmente en la región del Caribe y en Centroamérica, la diseminación del consumo de heroína y el problema de la cocaína fumable o “paco” en América del Sur. “Analizaremos también la importancia de que las políticas nacionales se basen en la evidencia y las contribuciones de la sociedad civil en el diseño e implementación de las políticas en materia de drogas”, agregó Bielsa.

El titular pro témpore de la Cicad cerró su discurso reconociendo el desafío que involucra la reflexión que demandó la última cumbre de presidentes americanos, ya que se arraiga “en los cimientos de cada una de las estrategias y acciones actuales”. Una fuente de la Sedronar adelantó que la propuesta argentina para la elaboración del informe encomendado consiste en que cada país proponga a un experto gubernamental y otro de la sociedad civil para acercar sus sugerencias. De otra forma, advirtió la fuente, “se corre el riesgo de que la Secretaría General de la OEA proponga a especialistas de la Cicad”.

Las palabras del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, reforzaron esta sospecha. “En esta organización, en sus secretarías, radica la mayor experiencia política, jurídica y de seguridad para enfrentar el tema de las drogas. En esta Cicad, esta comisión, hay 25 años de trabajo constante”, destacó este funcionario chileno. Durante la reunión se firmó un acuerdo ente la OEA y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para reducir la demanda de estupefacientes, como un primer paso para revisar la estrategia actual.

La argentina Mirta Roses, titular de la OPS, declaró en febrero pasado que el fracaso de la guerra contra las drogas obliga a “estudiar todas las opciones, incluyendo la despenalización”. También se mencionó a la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para encargarse de los temas ligados al desarrollo social. “Se está dando una agenda de debate más interesante de lo habitual en la Cicad. Hay muchas posturas que recogen evidencia rigurosa y abren nuevas perspectivas”, explicó Graciela Touzé, de la Asociación Intercambios, presente en esta cumbre en Washington.

Ayer se acordó que el informe pedido en la última Cumbre de las Américas tendrá un perfil técnico y no se dará una instrucción única a futuro, sino distintas escenarios posibles y otras alternativas al sistema prohibicionista. Hoy habrá una mesa redonda donde las asociaciones civiles podrán, por primera vez, plantear sus contribuciones, pese a ser invitadas como observadoras. Intercambios, adelantó Touzé, pedirá que el informe incorpore “las perspectivas y opiniones” de las organizaciones civiles.

Insulza intentó poner paños fríos al incipiente debate al pedir que se avance de manera cauta y sin premura. “El mandato de Cartagena no nos pide decisiones ni propuestas únicas: nos pide abrir un abanico de opciones de fortalecimiento”, interpretó.

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