Si usted tiene un jardín grande, no va a matar hormiga por hormiga, porque eso es perder el tiempo, sino que va a buscar el hormiguero”, dijo el juez federal de San Francisco Mario Garzón, al criticar la ley provincial antidrogas que persigue la pequeña venta de estupefacientes. “Es la forma de distraer a la gente y los pocos recursos, en la creencia de que se combate la droga, cuando en realidad con estos procedimientos se la está ocultando”, advirtió.
También en las últimas horas, se conoció que fiscales federales de la provincia –aquellos abocados a buscar a los “narcos gordos”– habían planteado críticas severas sobre los recursos con que cuentan.
En el informe anual presentado por el Ministerio Público Fiscal de la Nación el 1º de marzo, el capítulo cordobés es una colección de falencias.
Para el fiscal Enrique Senestrari “persisten las trabas, las dilaciones burocráticas, para poder llegar rápido a los datos esenciales que requiera una investigación”.
Por si hace falta, conviene recordar que se trata de pesquisas por narcotráfico, trata de personas, secuestros extorsivos. ¿Con qué recursos se combate al crimen organizado? Senestrari subraya que “aún la Oficina de Observaciones Judiciales genera las grabaciones de intervenciones telefónicas en casetes, cuando es sabido que ya cada vez menos se consiguen equipos para reproducirlos”.
Y agrega que hay compañías de telefonía celular que tienen escasa o nula voluntad de colaboración. Tampoco se ha incorporado un sistema para rastrear las conversaciones de los investigados vía correo electrónico o por redes sociales de Internet. Y hasta alerta sobre la escasez de papel para los informes de los comisionados.
En el mismo texto, el fiscal federal Carlos Trotta cuestiona que hay peritajes de drogas que se demoran hasta cuatro meses por la dificultad para conseguir los reactivos. En igual sentido, Carlos Gonella, que el año pasado fue fiscal en el Tribunal Oral 2, puso en foco el inicio de la mayoría de las causas por tráfico de drogas: una presunta llamada anónima.
“El resultado de la tarea investigativa –añade– queda en la generalidad de los casos en los eslabones bajos de la cadena de narcotráfico, siendo dificultoso llegar a los eslabones superiores, a quienes organizan y financian”.
Mientras tanto, la exteriorización más visible y trágica del fenomenal negocio del crimen organizado, son los jóvenes que mueren y matan por disputarse sólo las migajas, mientras los otros, aún en las sombras, sin ser detectados por ninguna persecución, sanos y a salvo, se siguen quedando con la tajada más suculenta.