La antesala, la cárcel y la salida conforman el mismo escenario. Se habla de reinserción, pero yo me pregunto: ¿reinsertarse dónde? Es como si no fuéramos parte de la sociedad.» Durante las semanas en que la situación carcelaria y los derechos de los detenidos estuvieron en el centro del debate público, Waldemar Cubilla optó por el silencio. Escuchó, leyó y encontró una discusión plagada «de confusiones y de falacias, donde lo más importante quedaba afuera». Pero por su formación y por su experiencia, este joven de 30 años tiene mucho para decir. Waldemar es fundador del Centro de enseñanza de la Universidad Nacional de San Martín (CUSAM), en la Unidad Penitenciaria N° 48, y es el mejor promedio de la carrera de Sociología de toda esa casa de estudios, con 9,27.
En 2008, cuando ingresaba a un penal por segunda vez, Waldemar llevó a la UNSAM, junto a otros compañeros, la necesidad de iniciar una carrera universitaria, que luego definieron sería Sociología. Hoy, habiendo cumplido su condena, trabaja en la Secretaría de Extensión de esa universidad y levanta en el barrio de La Cárcova una biblioteca popular para romper con el ciclo de marginalidad a la que están condenados la mayoría de sus vecinos. Waldemar y Gabriela Salvini, directora del CUSAM, relataron a Tiempo Argentino la experiencia de esa institución y pusieron el acento sobre la ausencia de debate en los medios. «La sociedad no asume que el castigo es quedar privado de la libertad de movimiento, no de otros derechos. Muchos pretenden que los presos dejen de ser personas», subrayaron.
–¿Por qué eligieron Sociología?
Waldemar Cubilla: –Cuando vimos la grilla nos preguntamos cómo sería una sociología desde la cárcel, desde los márgenes. Cómo modificar una ciencia que nace como una herramienta de dominación. Y ese fue el desafío: empezar a darle un marco académico a nuestra voz. Había muchas cosas que decir y quisimos hacer un cruce, que el observado empiece a observar, que se cambie el régimen de mirada, como dice Michel Foucault.
–¿Qué modalidad tiene la carrera?
Gabriela Salvini: –Es íntegramente presencial. Tenemos un espacio edilicio propio, con los mismos profesores  que la carrera del campus. Es el mismo cronograma, el mismo régimen de exámenes, la misma cantidad de materias.
WC: –Por eso, ahora que curso en la UNSAM, me siento muy cómodo, a la par del resto de mis compañeros.
GS: –Además, por decisión de ellos, toda nuestra oferta está abierta para internos y guardias del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Eso trajo un fuerte debate que todavía hoy llevamos adelante.
–¿Cómo tomaron esa decisión?
WC: –Cuando se empezó a construir la cárcel, la municipalidad les dio trabajo a nuestros vecinos y después, les cambiaron los mamelucos de albañil por uniformes. Algunos guardias fueron nuestros compañeros de colegio. Si enfocamos en la situación de clase, somos todos pobres. Ellos ganan 2500 pesos por reproducir el sistema carcelario, pero estamos todos en las mismas circunstancias: hay guardiacárceles que no terminaron la secundaria. Cayeron ahí porque necesitaban trabajo. Pero la unidad te va contaminando con la vida carcelaria, con un vecino reprimiendo a otro. De los 32 que empezamos, seis o siete eran compañeros del SPB.
–¿Cómo modifica eso las relaciones en el penal?
WC: –Todavía tengo discusiones académicas con los profesores porque yo les digo que las relaciones de poder se desvanecen, y ellos me dicen: «¿Cómo vas a decir eso? Estás en una cárcel. Las relaciones de poder no se desvanecen nunca.» Pero yo compartí muchas situaciones con el hombre uniformado que estaba al lado mío. Por ejemplo, cuando iba a la clase y me encontraba en el pasillo con un compañero guardia, no podía no saludarlo, a pesar de que estuvieran todos los presos mirando, preguntándome: «¿vos sos chorro o sos botón?» Unos años más tarde, me tocó estar como ayudante de cátedra y uno de los estudiantes era el guardia que tenía la llave de mi pabellón. Eso era increíble, no la entendía ni yo. Corregía el examen del guardiacárcel en mi celda. Nosotros estuvimos dispuestos desde el principio a romper con todo eso. Por eso, a la entrada del CUSAM hay un cartel que dice: «Sin berretín, amigo».
–Suele mencionarse que el Servicio Penitenciario se maneja arbitrariamente, ¿este tipo de propuestas funcionan como un límite?
GS: –El SPB va a ser siempre arbitrario, porque es una institución represora y de encierro. Hay veces que trabajamos muy bien y hubo otros momentos en los que no pudimos dialogar, que sólo nos cerraron las puertas. Arbitrariedades siempre hay y agravadas para los presos, que están en un lugar de indefensión, privados de su libertad. Pero quienes trabajamos en las cárceles tenemos herramientas que nos permiten posicionarnos de otra manera frente a ese problema. Debemos entender que la fuerza para ir contra esa arbitrariedad es militar las leyes que tenemos. Las personas que trabajan en las cárceles deben tener un convencimiento ideológico sobre su función.
–Además de la carrera, hay talleres de complementación curricular, ¿qué diferencia existe entre esos espacios?
WC: –Es una demanda de los pibes que quedaban por fuera de la licenciatura, o que probaban, pero no les convencía hacer la carrera. Por eso se completó la currícula con estos talleres. Hoy en la CUSAM, entre talleres y Sociología, tenemos 160 estudiantes de la Unidad.
GS: –En ambos casos, apostamos a un recorrido integral. La persona tiene que estar consciente del lugar donde está, hacerse cargo de su historia, encontrar su palabra y a partir de ahí empezar a construir un espacio de libertad. No creo que la educación sea un espacio de liberación en sí. La cárcel te saca la identidad, la palabra, te corta los vínculos. Antes hay que reconstruir eso para que el otro pueda tener contacto con esa parte de su sensibilidad. Muchos piensan que es grandilocuente, pero estamos convencidos de que el CUSAM no es un centrito donde los presos hacen cosas para ocupar el tiempo libre, sino un lugar donde se forman personas para el cambio social.
–¿Está bien hablar de reinserción?
WC: –La cárcel sirve, cumple una función respecto de un modelo de sociedad. La antesala, la cárcel y la salida conforman el mismo escenario. Los pibes proyectan con la cárcel, saben que es uno de sus posibles destinos. Porque miran para arriba y ven el muro, y las montañas de basura. Ahí no hay condiciones para la reflexividad. Se habla de reinserción. Pero yo me pregunto, ¿reinsertarse dónde? Es como si no fuéramos parte de la sociedad.
GS: –Estamos discutiendo las palabras. «Reinserción» no es una opción porque estas personas provienen de los lugares más marginados de todos los territorios. ¿Los queremos reinsertar en una sociedad que nunca los reconoció? ¿Qué no les dio lugar? Estamos pensando en personas que no tienen documentos. Aun peor es la idea de rehabilitación. No son personas enfermas, en todo caso somos una sociedad enferma.
–¿Por qué piensan que la gente se horroriza con las salidas de los presos?
WC: –Porque piensan: «Encima que están presos, comen, tienen atención médica y los van a sacar para que vayan a un acto político.» Además, no se entiende el escándalo. Hay cárceles donde todos los pabellones están organizados por el culto evangélico. El miedo es al reconocimiento de derechos porque la sociedad no asume que el castigo es quedar privado de la libertad de movimiento, no de otros derechos. Pretenden que los presos dejen de ser personas. Los medios de comunicación tienen una culpa importante, porque construyen a partir del miedo a lo desconocido. Así se modifican legislaciones y hoy sale más caro robar un auto que un homicidio.
–¿Cómo cambia la universidad como institución al ingresar al penal?
GS: –Hacia el interior, tenemos mucho debate. Hay profesores muy comprometidos y otros que no están seguros de querer trabajar con los presos. Como universidad tenemos que procesar esta idea. Y siempre hay nuevas preguntas. Por ejemplo, uno de los temas es que les pedimos partida de nacimiento, DNI y certificado de estudios, pero algunos chicos no saben quién es su familia biológica o tienen dos identidades.
WC: –La universidad está en San Martín pero se ve poca gente de San Martín. Esa gente que no está decidida y que me ve a mí caminar o trabajar en la universidad, ahora puede reflexionar sobre eso, y cambiar esas ideas que tienen sobre nosotros.  «

 

el tema de las salidas

–¿Creen que será más difícil conseguir autorizaciones judiciales para salidas tras el escándalo mediático por Vatayón Militante?
GS: –A la semana siguiente, teníamos la apertura de un seminario con el juez Raúl Zaffaroni y habíamos pedido autorizaciones para que salgan los estudiantes del taller de Derechos Humanos. Sólo pudieron hacerlo tres. Sabíamos que esto iba a pasar. Igual, yo entiendo el lugar de los jueces, que están socialmente muy presionados, y el lugar de riesgo en el que se pone el servicio penitenciario. Todos los ojos están puestos sobre ellos.
–Se argumentó que Eduardo Vázquez no podía salir porque es un símbolo del femicidio, ¿es correcto diferenciar entre presos?
WC: –Yo no estoy de acuerdo con diferenciar el femicidio del homicidio. Compartimos la necesidad de visibilizar el tema, pero no construir una nueva figura jurídica. Es delicado lo de la ley. El juez que autorizó a Vázquez estaba ajustado a derecho: una salida extraordinaria por cultura y ya, no era una libertad.
GS: –Imagínense si nosotros tomásemos lo simbólico para decidir a quién recibir. El debate es más profundo. Es un sujeto y tiene derechos. Nosotros, por regla general, no preguntamos a nuestros estudiantes qué delito cometieron, eso no tiene nada que ver.

 

 

rimas de alto calibre

En 2009, el CUSAM inició un taller de música y versada popular latinoamericana, a cargo de los músicos Lautaro Merzari y José Lavallén. De allí surgió la banda Rimas de alto calibre, que conforman Waldemar y otros doce compañeros de la Unidad 48. En julio de este año, tras la experiencia inédita de grabar su primer disco dentro de la cárcel, el grupo lo presentó en el auditorio del Hotel Bauen, con la presencia de autoridades de la UNSAM, del Servicio Penitenciario y de artistas invitados, entre ellos, Nicolás Méndez (baterista de Virus), Sergio Dawi (ex saxofonista de los Redonditos de Ricota) y Alejo Ferrero (trombonista de Las Pelotas). El sitio web de la banda es <http://rimasdealtocalibre.wordpress.com/>.

 

la quaema, las villas y la cárcel

La Unidad Penitenciaria Nº48 del complejo San Martín conforma, junto con las Unidades 46 y 47, el Complejo Penitenciario Conurbano Norte, inaugurado hace cinco años sobre una porción del basural de la CEAMSE. «En la zona hay una quema, las villas y la cárcel. Es un mapa penosamente interesante de analizar», explica Gabriela Salvini.
Ese complejo, proyecto modelo del gobierno provincial, fue visitado el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto en marzo de este año, ante la denuncia de presos por muertes y heridas graves, que habrían sucedido con la complicidad del Servicio Penitenciario Bonaerense. Sólo dos días después de esa inspección, la violencia intramuros se cobró otras tres vidas.

 

fuente http://tiempo.infonews.com/2012/09/04/sociedad-85036-mucha-gente-pretende-que-el-preso-deje-de-ser-persona.php