Con la organización de la Iglesia Danesa, disertó ayer en nuestra ciudad William Rentzmann sobre el Servicio Penitenciario de Dinamarca, que ha ganado el reconocimiento internacional por sus resultados principalmente en lo que respecta a terminar con la reincidencia del delito, uno de los principales problemas que afecta a nuestro país.
Si bien se aclaró que se trata de sociedades muy distintas social, económica y culturalmente –la danesa y la argentina-, se difunden las características de este sistema en distintos países con el objetivo de que las cárceles dejen de ser depósitos de personas y se conviertan en lugares que apuesten a la reinsersión social.
El conferencista es licenciado en Derecho graduado en la Universidad de Copenhague. Fue secretario del Ministerio de Justicia de Dinamarca y luego director desde 1999 hasta su jubilación. Además ha sido miembro y presidente de una larga lista de organizaciones y empresas a nivel nacional e internacional, que tienen relación con el sistema judicial y penitenciario. Entre otras actividades, ha sido enviado por el Consejo Europeo a países centroeuropeos y de Europa Oriental como experto en las condiciones penitenciarias, para ayudar y evaluar su desempeño en esta área.
Las condenas
«Argentina y Dinamarca son sociedades muy diferentes, incluso las formas de condenar son distintas, además aquí la criminalidad y la violencia están en aumento, algo que no sucede en el país nórdico”, explicó William Rentzmann en diálogo con Ecos Diarios, a través de la traducción del pastor danés, Steen Lerfeldt.
Allí se opta por condenas más cortas. Tal es así, que el 66% de los que comenten delitos tienen una pena de alrededor de cuatro meses, mientras que los criminales que reciben la pena mayor de 16 años por asesinato no son más de 6 personas por año. De todas maneras, hay casos especiales en que los jueces deciden que no pueden salir de por vida por considerarlo «peligroso” o con problemas mentales. La mayoría de los hechos delictivos se comenten en ámbitos familiares o entre conocidos y rara vez ocurre un episodio de inseguridad.
«He viajado por todo el mundo recorriendo cárceles y en casi todos los países son un depósito y no se preocupan para ayudar a la persona”, explicó el dinamarqués, haciendo hincapié en que el objetivo del servicio penitenciario danés es que la persona no vuelva a cometer delitos.
«Casi nunca alguien que asesinó a una persona vuelve a hacerlo y eso es porque generalmente se mata a alguien dentro de la familia o entre conocidos”, explicó, al tiempo que detalló que para el hombre que comete violencia contra la mujer recibe una pena de cuatro año, pero si vuelve a hacerlo queda encerrado de por vida.
La experiencia
En relación a las cárceles, explicó que tienen una importante atención de profesionales, principalmente psicólogos y se apunta a que la persona estudie, aprenda un oficio y no pierda en ningún momento el contacto con su familia.
«La gente vive en la cárcel lo más parecido a como vive en su casa”, señaló, detallando que «sólo un grupo muy reducido está encerrado entre rejas, mientras que la mayoría está en cárceles abiertas, pudiendo salir a la calle con permisos especiales”.
Tal es la comodidad que tienen los presos que incluso cuentan con teléfono en las celdas para llamar a determinados números de teléfonos, con la intención de que estén en permanente contacto con la familia.
En relación a si este sistema es aplicable a otros países como puede ser la Argentina, señaló que él sólo cuenta la experiencia del servicio penitenciario de Dinamarca, dando a entender que quizás algunas características puedan adaptarse a otros lugares. Además señaló que «las leyes de derechos humanos son iguales en todos los países, pero la teoría es una cosa y la práctica, es otra…pero en Dinamarca esto funcionan bien”.///