Así lo definió el juez de la Corte Suprema de Justicia, que defendió la municipalización de esta fuerza. Sostuvo que la sociedad argentina sufre de “pánico moral” y aseguró que a la criminología mediática hay que desarmarla con un monitoreo “responsable”
Habla de estereotipos, porque los conoce, los estudió y también los desarmó. Empezó, quizás, por el propio. Raúl Eugenio Zaffaroni, el prestigioso juez de la Corte Suprema de Justicia, habló con El Atlántico en malla y ojotas. Dejó lejos, el traje y la corbata que el ámbito jurídico exige para legitimarse. Sabe que su aspecto no lo define, porque a él lo tallan sus palabras, teorías y conceptos ligados a la necesidad de contención del poder represivo del Estado.
Zaffaroni es una máquina de despedir ideas y soluciones. En el trayecto, y en lenguaje coloquial, se encarga de desarticular todas aquellas imposiciones discursivas infundadas. En segundos, destroza, con argumentos y propuestas, las políticas de mano dura, las creaciones selectivas de delincuentes y los estados paranoicos que, por falta de investigaciones empíricas, crean los medios de comunicación masiva.
En una extensa entrevista que brindó en el marco del Ciclo Verano Planeta, en el que presentó su libro “La Cuestión Criminal”, ilustrado por Miguel Rep, Zaffaroni defendió la municipalización de la policía, aseveró que esta fuerza es “siempre un peligro para la política” y explicó el motivo por el que sostiene que la sociedad argentina vive en un constante estado de “pánico moral”.
-¿Qué lo llevó a dar el debate criminológico por fuera de la academia y dentro de los medios de comunicación?
-Todas esas manifestaciones que van saliendo de opiniones de café. Llegó un momento en que se hacía casi intolerable la forma en que les marcaban la agenda a los políticos de turno. Directamente, ya no había decisión política autónoma sino que la agenda se la estaba marcando una criminología mediática que decía cualquier cosa, con consecuencias graves en el sentido que eso se traducía en disparates legislativos, en la destrucción del Código Penal, y en no hacer una verdadera política de prevención.
Llegó, entonces, el momento de tomar la cosa en serio y neutralizar la especulación de construcciones mediáticas en busca de raiting y de todo lo que sea una manipulación de la política en búsqueda de votos. Acá, de lo que se trata, es de hacer una política de prevención en serio y de salvar vidas humanas.
-Por muchos años, reconocidos académicos defendieron la idea racista y selectiva de que los aspectos físicos de una persona definen la condición de delincuente. Actualmente, esta estigmatización criminal, ¿quién la representa? ¿Quién encarna a Lombroso, el máximo exponente de estas ideas?
-Hoy, en realidad, nadie se anima a decir las mismas cosas racistas, porque saben que no se deben decir, lo cual no significa que no las piensen. Y hay algunos que las piensan groseramente. Si vos ves hoy quiénes son los estigmatizados y cuál es el grupo de chivos expiatorios que se forma, son los adolescentes de barrios precarios. La selectividad, como siempre, se va formando en torno de un determinado estereotipo. Y a esto se le suma la fábula de que todos los males devienen de los que nos hacen los adolescentes de barrios precarios, cuando todo eso por supuesto que es falso.
Lombroso fue un científico serio. Escribía lo que veía. Y describía las caras que encontraba en la cárcel. El error de él fue decir que debido a la cara, éste comete delitos. De alguna manera, nos legó la mejor y más detallada descripción de los estereotipos de una época.
Hoy, a esos estereotipos los construye la comunicación y de eso no me cabe ninguna duda.
El mecanismo es el mismo de Lombroso; no ha cambiado. Lo único que hoy nos damos cuenta, aunque no todos, que la conclusión de Lombroso era errónea.
-Esa estigmatización es la que también argumenta la selectividad del sistema penal…
-Sin duda. No digo que hay una homogenización total, pero sí cierta homogeneidad en la población penal en cuanto a la procedencia, a las capas etáreas, en cuanto al aspecto físico y al estereotipo.
Por eso digo y pienso que la Edad Media no terminó. Cuando se busca un chivo expiatorio, y el poder punitivo siempre lo busca para poder canalizar venganza, hay componentes de tipo racistas, que a veces se disimulan un poco pero que siempre salen a la luz. Hay prejuicios. No se puede inventar un chivo expiatorio de la nada. Generalmente, se asientan tras un prejuicio anterior.
-Aunque usted le puso nombre y apellido, la criminología mediática tiene una larga historia en materia de etiquetamiento social. ¿Es posible desarmar este discurso pro pánico o cree que será una rama criminológica más de estudio?
-Va a ir cambiando. La construcción de realidad es inevitable en la comunicación mediática. Toda comunicación construye realidad porque nosotros no tenemos contacto con la realidad, sino a través de unas ventanas que cortan pedazos y nos muestran. Esto seguirá, pero lo que creo que es deseable en el futuro es que no haya un único cortador de ventanas, sino que haya varios. Por consecuencia, que se fomente y se profundice el espíritu crítico de la opinión pública.
Por otra parte, si esa creación de realidad a través de los medios instala un mundo paranoide como suele suceder, creo que el mejor remedio entonces es hacer una investigación seria de la realidad de la violencia. De alguna manera va a tener que haber una responsabilidad en el monitoreo de la violencia, por parte del Estado, para que cuando alguien salga a decir barbaridades, haya otro alguien que salga a aclarar que eso no sucede.
PODER PUNITIVO Y POLICÍA
-En “La Cuestión Criminal” deja en claro que al poder represivo del Estado no se lo puede desintegrar, pero sí controlar. En la actualidad, ¿el poder punitivo está contenido?
-En la Argentina, está relativamente contenido. Poder punitivo descontrolado tuvimos en la dictadura militar, con los resultados que todos conocemos. Poder punitivo descontrolado tuvimos en la Provincia de Buenos Aires de los años 83 a 86, con el gatillo fácil y más de 1000 muertos.
-Y a nivel provincial, donde impera otra lógica de política de seguridad, ¿esta contención es igual de “efectiva”?
-Habría que analizarlo. Puede que haya distintas intensidades, pero no hay un descontrol desviado a genocidio. Cuando el poder punitivo se descontrola y termina en masacre, ya estamos en una quiebra del Estado de Derecho. Y eso no lo veo en ninguna parte del país. Puede haber defectos, abusos, delitos, violencia aislada, tortura aislada, pero no tenemos un programa de torturas sistemáticas.
Tanto en lo provincial como en lo nacional, tenemos que redefinir el modelo de policía que necesitamos. La policía es una institución indispensable; hay países que no tienen fuerzas armadas, pero policías tienen todos.
Diría que hay una política nacional de reforma respecto de la policía a la que no se embarcó la Provincia. A la larga, se homogenizará, porque no le va a quedar otra. Si el resultado de la reforma nacional es bueno, habrá que pensar qué pasa en la Provincia.
-¿Por qué sostiene que la policía es siempre un peligro político?
-Es que seguimos teniendo una policía de ocupación territorial, que en definitiva es un modelo colonialista, y nunca hemos pensado el modelo de policía de inserción comunitaria, que es muy diferente. Es hora de pensar en eso, porque las policías de ocupación territorial y automizadas, es decir con ámbitos de recaudación autónoma y automizadas de las decisiones de la autoridad política, se convierten en un serio problema institucional.
Hoy las policías son las que dan los golpes de Estado desestabilizantes. No las dan más los ejércitos en América Latina. El último empujón a De la Rúa, se lo dio la policía; Duhalde tuvo que salir antes de tiempo por Kosteki y Santillán, y no sé Felipe Solá. Por eso es que es un peligro político la policía
-En un pasaje del libro, sostiene que hay que pasar de una policía de tipo militar, a una de consenso, la comunitaria ¿Cómo se la construye?
-En la Provincia de Buenos Aires, la primera medida que tomaría es municipalizar la policía de seguridad de calle. Transferir la policía de seguridad a los municipios. No lo podes hacer a nivel de todo un Estado con millones de habitantes. Lo tenés que hacer a nivel de manifestación terciara del Estado, la presencia del Estado que está más en contacto con el ciudadano, que son los municipios.
Al intendente hay que darle las mismas facultades que tiene el gobernador para que maneje su policía. Cuando la gente va a reclamar seguridad, se la reclama a su intendente, que no maneja a la policía, y por ende qué seguridad le puede prever. Yo creo que el primer paso es eso.
Por otra parte creo, sinceramente, que la policía bonaerense es muy difícilmente manejable, aunque lo pongas al frente a San Francisco de Asís, porque se descontrola, porque hay muchos intereses en juego, porque hoy tenes miles de tráficos ilícitos, que ofrecen cantidades de dinero. Hay un problema de tipo estructural. Es mucho más fácil manejar una policía de 3 mil personas, que una de 50 mil.
Además, esto permitiría un mejor control de la comunidad sobre el accionar del policía, porque tenés más inmediación con la autoridad local, tenés en la esquina al concejal tomando café, cuando no tenés ministros tomando café en la esquina. Ese es el asunto.
-En caso de que esa reforma se impulsara, ¿cuál sería el futuro de la Bonaerense?
-Naturalmente tendrían que trasladarse personas y presupuestos, porque no van a pensar que eso lo pueden pagar los municipios, y entonces le largamos la policía y nos ahorramos el gasto. No, momento: yo dejaría una policía provincial para delitos complejos, reducida, y después la policía de investigación criminal centralizada. Pero la de seguridad, que es distinta a la de investigación criminal, hay que municipalizarla. Habrá que analizar cuál será el recorrido, el proceso, a la policía no se la puede tirar al primero que pasa, porque siempre es mal negocio político la policía.
PÁNICO MORAL
Hay un concepto que Zaffaroni retoma en su libro, y que supieron acuñar los sociólogos británicos Stanley Cohen y a Jock Young: el de “pánico moral”. Según explica el juez de la Corte, “la criminología mediática vindicativa, al construir un `ellos enemigo´ y mostrado como único peligro al delito común, provoca pánico moral, es decir, miedo al delito y a nada más”.
Sobre si en la Argentina predomina esta tendencia a la llamada “sociedad de riesgo”, Zaffaroni dijo: “En el último tiempo, ha bajado un poco, pero sí que se ha creado un tremendo estado de pánico moral. Da la impresión de que nos matan a todos, de que salen a la calle, de que tenemos un índice de criminalidad horrible, cuando la verdad es que no estamos en una situación de violencia desesperada. Hay pánico moral y que es creado por los medios de comunicación, porque se produce cuando se ven amenazados los intereses de concentraciones o corporaciones financieras. En el fondo, hay una disputa entre dos tipos de Estado: un modelo providente y un modelo gendarme. Cuando los intereses que van rumbo al Estado gendarme se ven en peligro, enseguida se montan el escenario que provoca el pánico moral”.
DEFINICIONES
DESAFÍO EN LA CORTE
“Quiero ampliar el alcance del monitoreo de homicidios dolosos, que realizamos en Capital Federal. Hay que extenderlo a todo el país. Intentar conseguir un acuerdo con el Ministerio de Seguridad y con el de Justicia y también poder ampliarlo a otros delitos de cifra dura, como puede ser lesiones gravísimas, lesiones graves, robo de automotor. Creo que eso sería sumamente importante, no sólo para desarmar criminología mediática, porque todo eso es un efecto secundario, sino principalmente para encarar un efecto de prevención en serio”.
CRIMINOLOGÍA CAUTELAR
“Significa estudiar la realidad de la violencia para hacer un ejercicio prudente del poder punitivo, un ejercicio controlado del poder punitivo, a efectos de que éste no se convierta en el peor de los asesinos. Hagamos hablar a los muertos, hagamos hablar a los cadáveres, para que nos digan en principio por qué están muertos, porque por ahora pareciese que ni eso dicen. Los muertos de los Estados no cuentan, los muertos del poder punitivo no cuentan. Y con el verso de que nos protegen, que nos tutelan y nos defienden la vida, resulta que nos llevan al máximo de inseguridad”.
LEY DE CUPOS
“Yo creo que es importantísimo, porque sino vamos a tener permanentemente que fabricar nuevas cárceles, y eso no tiene límites. Creo que hay que estudiar primero el Código de Procedimiento y ver toda la regulación de la excarcelación. No podemos seguir teniendo un 60 o 70% de presos en prisión preventiva. Y en segundo término, una ley de cupos. Tantas plazas tenemos, tantos presos podemos tener, y no podemos más. El número de presos no depende de la frecuencia del delito, sino de una decisión política respecto a los delitos de mediana gravedad. No vamos a dejar a un violador serial en la calle, por supuesto, pero al carterista lo soltaremos y le aplicaremos otra medida de control”.